Un lumbrera
Soy un lumbrera.
Tengo una idea genial para abaratar los costes de la sanidad: la prevención. Hágase un chequeo completo todas las semanas a toda la población, incluyendo radiografías, escáneres, análisis... todo. Así, podremos detectar todas las enfermedades conocidas, en su fase incipiente, y evitar que nadie desarrolle ninguna enfermedad. Fácil, ¿no?
Claro, esa idea no es que sea obra de un genio, y alguien empezará a explicarme paternalmente que eso tiene sus contrapartidas. Que eso en realidad multiplicaría los gastos de la sanidad pública. Que mataría a la gente friéndola constantemente a radiografías. En fin, mil cosas.
Bueno, pues cosas más tontas y simples ha dicho (si es que la prensa dice la verdad, que tampoco lo doy por seguro) un tipo llamado Isak Andic, que propone que los nuevos funcionarios "tengan retribución variable y una estabilidad en el empleo similar a la de la empresa privada".
Es decir: que no tengan ninguna estabilidad. Que echar a un funcionario sea cuestión de costes, dependiente de la santa voluntad del "dueño" o jefe de turno.
Un Estado en el que los funcionarios pueden ser expulsados por el poder político de turno es un Estado clientelista, cuyo aparato forman básicamente lameculos dóciles que no están pendientes de cumplir con sus obligaciones con los ciudadanos, sino de beneficiar a su jefe. Es un Estado intrínsecamente corrupto. La existencia de funcionarios irremovibles plantea cierto tipo de problemas, claro está, pero lo contrario tiene los suyos, probablemente peores. La cuestión tiene dos caras; exactamente como las radiografías. Y alguien tendría que explicar paternalmente a Isak Andic algunas simplezas.
O a lo mejor no. A lo mejor no hace falta explicarle nada a Isak Andic. A lo mejor lo que quiere precisamente es eso que he descrito.
Puestos a tener ideas de lumbrera, yo tengo otra. Propongo mejorar las empresas privadas, haciendo que ser familiar del dueño no cuente para nada. Que todos y cada uno de los puestos se cubran mediante concursos públicos basados exclusivamente en méritos objetivamente demostrables. Que las pruebas de selección se celebren con arreglo a unas bases establecidas previamente, que computen los méritos y la capacidad de cada cual, en condiciones de estricta igualdad. Que la selección la realice un comité de personas neutrales, incluyendo quizás a gente ajena a la empresa. Quiero, además, que cada céntimo que esa empresa gasta esté debidamente justificado, en documentos accesibles al público, y que siempre busque proveedores que pueda demostrar que son los más baratos o los que ofrecen mejor servicio. Ah, y que la finalidad de la empresa sea el bien común, y no enriquecer a unas personas concretas a costa de otras.
No sé si le gustará la idea a Isak Andic. Se la dejo gratis.