De los delitos y las penas
Voy a hacer una cosa rara. Ya que este blog recoge "les mis llocaes", pues aquí va una de ellas.
Voy a dejar aquí escrita una recomendación de un libro que todavía no he terminado de leer. Así de claro lo tengo. Y encima es un libro de derecho. Y encima escrito en el siglo XVIII. Y además la edición que yo estoy leyendo es un facsímil de la edición de 1774, con toda su ortografía extraña.
Puede parecer pedante incluso para mí: ¡menudas ínfulas de cultureta! Pero no es así. Resulta que es un libro fundamental en la historia del Derecho, y resulta que pese a ser un libro antiguo resulta ameno y de fácil lectura. No tan ameno como un bodrio de J. K. Rowling (perdón, lo admito, nunca he leído nada de esta señora -aunque lo haré- y lo pongo sólo por provocar) pero desde luego mucho más que enormes ladrillos que escriben juristas de hoy en día y no dicen nada. Y resulta que esa edición española original del XVIII está escrita con letra muy grande y espaciosa, así que se lee mucho mejor (y es más artesanal y bonita, también) que una edición de bolsillo que también tengo, de letra impecable pero minúscula.
Cesare Bohesana, Marqués de Beccaria y abuelo de Alessandro Manzoni, recoge en este libro consideraciones sobre el derecho que me despiertan sentimientos encontrados. Por un lado, ¡qué obvias parecen hoy! Por otro lado, ¡hay que ver con qué frecuencia se nos olvidan esas obviedades a los ciudadanos que vivimos gracias a ellas!
He anotado algunas frases en WikiQuote, pero aquí pondré sólo una que me hizo gracia porque se anticipó en más de 200 años al pensamiento de Aznar. Digo "más de 200 años" sin precisar porque Beccaria expone esto como antecedente evidente de otras conclusiones, y al parecer a esas conclusiones Aznar todavía no ha llegado, así que no sé cuánto le falta para llegar. Nuestro expresidente confundió la obviedad con argumento:
Ningún hombre ha dado gratuitamente parte de su libertad propia con solo la mira
del bien público: esta quimera no exîste sino en las novelas. Cada uno de nosotros querria, si fuese posible, que no le ligasen los pactos, que ligan á los otros. Qualquiera hombre se hace centro de todas las combinaciones del globo.
(La ortografía, con sus tildes o su ausencia, es la original de la edición española de 1774).
El libro de Beccaria es un alegato contra la pena de muerte (uno de los primeros, seguramente), contra la tortura (la situación era escalofriante en aquella época, aunque hoy también), contra la falta de garantías procesales... y a favor de la independencia de poderes, el imperio de la ley, lo gradual de las penas, la libertad del individuo, etc.
Algo de eso que todos deberíamos leer de vez en cuando. Estoy seguro de que muchos de nuestros políticos han leído, y ponen en práctica, El príncipe, de Maquiavelo, pero me gustaría saber si alguno ha leído De los delitos y las penas y, sobre todo, si procura aplicar el cuento.
Y para complementar este libro, sería estupendo leer Archipiélago gulag, de Alexander Solzhenitsin (o como se escriba, que lo he visto de mil formas), o por lo menos el, trozo en el que habla de su proceso y del famosísimo Artículo 58. Archipiélago gulag es un libro duro, por una parte porque pretende ser memoria de gente que ha desaparecido y contiene una enorme cantidad de fechas y nombres, y por otra parte (más aún) por la crueldad que narra. Para leerlo hay que mentalizarse un poco y agarrarse a algo. Pero merece la pena.
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