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A raíz de mis experiencias albañileriles (¿albañilerísticas? ¿Albañilísticas? ¿Albañileras?) en casa de un amigo, hace ya tiempo que escribí un tutorial-documental sobre cómo se puede hacer un muro (más bien un murito) de piedra, sin tener mucha idea de nada. Huelga decir que hasta poco antes de esto yo no había tenido contacto alguno con cementos y similares (a no ser por el polvo que traía mi padre en el mono). Lo mejor es escuchar a un experto, claro; pero me parece que también tiene valor lo que dice el que está tan verde como tú. Pensaba subir esto a algún sitio de esos de tutoriales, pero como no vi ninguno convincente, me dije... pues al blog. Vamos a dejar de arreglar el mundo y a ver si colgamos aquí algo útil pa alguien.
Consideraciones previas, fundamentales:
Descarga de responsabilidad. Lo que se cuenta aquí ha funcionado, pero no significa que funcione siempre ni que sea la mejor solución en todos los casos. Ya adelanto que esta técnica probablemente no sirva, aplicada tal cual, para muros de contención, para muros de mayor altura que este (que no llega al metro), para muros que deban permitir el paso de agua... Se suministra esta información sin compromiso alguno, y blablabla. Vamos, que alla tú con lo que hagas.
Seguridad. Lo anterior lo digo sólo por si acaso hay algún pirao con ganas de pagar a un abogado, pero esto me apetece decirlo de verdad. No es broma. Vamos a trabajar con piedras. Cuando se encuentran en un campo gravitatorio, tienen cierta tendencia a caerse de las manos con una notable aceleración (9,8 m/seg. al cuadrado), independientemente de su peso. Además, en la vertical de nuestras manos frecuentemente están nuestros pies u otros miembros. Hay que trabajar con botas adecuadas. Además, se trabaja siempre, siempre, en todo momento, con guantes. Antes de dar cualquier golpe o hacer cualquier cosa que pueda hacer saltar materiales, hay que ponerse gafas adecuadas (cuestan un par de miserables euros). Si no te vistes apropiadamente para cada trabajo, eres un zopenco con todas las letras. Machacarse un dedo o un ojo no tiene vuelta atrás.
Vamos allá. Puedes pinchar en las fotos para verlas más grandes.
Objetivo: Se trata de hacer un murete bajo de piedra y hormigón para cerrar una finca. Tenemos unos simples pedruscos que no son nada buenos (no son piedras grandes ni con forma cuadrada). Y además no tenemos la habilidad ni los conocimientos ni la paciencia ni el tiempo que tiene la gente que realmente se dedica a esto. Así que el muro tendrá una textura irregular, y además se sostendrá gracias al hormigón, no a la perfecta colocación de las piedras (aunque intentaremos que lo parezca, claro).
Tampoco nos fiamos de saber darle al muro la verticalidad adecuada. Vamos, que tenemos que usar un método a prueba de manazas.
En nuestro caso se trata de sustituir un cerramiento de simples piedras amontonadas, usando esas mismas piedras. Este es el enemigo:
Los materiales fungibles que utilizaremos además de las piedras son cemento gris, trito y arena.
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Y como herramientas para ayudarnos a montar el muro, que nos sostenga todo y no se nos vaya abajo (aquí está el truco para manazas) usaremos dos paneles de madera que harán de encofrado, entre los que pondremos las piedras. Cada panel está hecho con dos tablas de 250 cm x 30 cm x 3 cm, unidas con segmentos de una tabla de 200 cm x 20 cm x 3 cm. Las medidas no importan tanto, salvo el alto del panel; nuestro murete va a tener unos 60 cm, así que dos tablas de 30 nos vienen bien. Ojo, que si hacemos un panel demasiado alto nuestro brazo no llegará al fondo para trabajar. También importa que no sean tablones muy gruesos porque pesarán más y será más difícil moverlos (este panel ya pesa lo suyo). En este caso, el panel tiene 6 cm de grosor en las partes más anchas, y 3 cm en el resto.
Las tablas se han clavado con simples clavos (clavados con inclinaciones diversas, para que no se desclave todo a la mínima) y se han hecho con una de esas brocas gordísimas para madera los agujeros que se ven ahí.
Esos agujeros servirán para pasar por ellos unas varillas roscadas que serán las que mantengan los paneles para que no se separen. Y es que además de los paneles necesitamos varillas roscadas, las correspondientes tuercas, y tubo de PVC o de goma por el que puedan pasar las varillas roscadas. (Ya, seguramente no se entiende; paciencia, que se verá en las fotos). Con 5 varillas queda bien sujeto, aunque según el caso podemos incluso saltarnos alguna. Este tipo de varillas y tuercas es muy cómodo, porque los tablones quedan bien sujetos y las tuercas se ponen y quitan con facilidad. Cuestan una pastizara (a mí me salió esta broma por 30 ó 40 €, no recuerdo bien, pero dinero mejor gastao, en la vida). Las varillas que compré son de 1 m de largo, pero las serré pacientemente en trozos de 50 cm con un "páiker" (no sé cómo se escribe; una de esas sierras para cortar tubos y metales y cosas de esas).
Bueno, aparte hace falta hormigonera, pala, paletín, probablemente fesoria (azada) y puede que hasta un pico (no, no hablamos de droga ninguna). Para el acabado, si quieres dejarlo guapo y quitar el cemento sobrante, una maza (un martillo puede valer), cortafríos, cepillo de púas metálicas. (Para esto, insisto: imprescindible gafas de protección.)
Pues nada, ya vale de momento. Próximamente, el ataque de los clones, ¡digo!, el episodio 2: cimentación.
[Edito, que me faltaba la foto de las varillas y las tuercas]
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