La familia y uno más
Respecto a la interesante reunión que ha habido en Madrid sobre la familia católica y todo lo demás...
Mi reflexión al respecto es sencilla. Acepto sin mayor problema que haya personas que asuman los planteamientos de esa religión. (No es del todo así, tengo bastantes reservas al respecto y lo considero un grave error por muchas razones, pero considero un ejercicio de libertad individual cometer errores.) Yo no defiendo el aborto, sino la libertad de elección; a priori no tengo nada en contra de la decisión de no abortar. Tampoco tengo nada en contra del matrimonio heterosexual. Ni de las familias numerosas. Ni de acudir a una misa a escuchar las palabras del Papa, si es lo que a uno le apetece. Ni siquiera de cantar algunas canciones lamentables; para eso estamos y yo soy el primero en hacerlo (aunque no esas).
El problema surge cuando eso que nos gusta queremos que, por cojones, les guste a los demás (el matrimonio heterosexual, por ejemplo). Eso se llama legislar. Y debe evitarse legislar sobre comportamientos salvo para evitar que se viole el derecho de alguien. Y las leyes deben basarse en supuestos o preceptos racionales, que todos podamos compartir.
Los mandatos de la iglesia católica no son, desde luego, racionales en absoluto, y tampoco son nada que podamos compartir. Un matrimonio civil es algo en lo que la iglesia no pinta nada; sus fieles no lo usan, se supone. Pero si lo hacen, pueden perfectamente vivir con arreglo a sus propias creencias. Si el vecino va al infierno, ese es su problema. Y su derecho.
Respecto a los niños y su derecho, no hay absolutamente ninguna prueba ni indicio (más allá del dogmatismo gratuito e inculto) de que unos padres homosexuales dañen a un niño de ninguna manera. Antes bien, cabe argumentar racionalmente que una educación católica sí atenta contra derechos fundamentales del niño.
En resumen: cualquier afán legislador basado en los dogmas de cualquier iglesia está absolutamente fuera de lugar. Si se argumenta basándose en la ética, en los derechos humanos... cabe la discusión. Si se argumenta basándose en revelaciones, milagros y papas infalibles, pues no hay nada que discutir. Respetémonos todos, y hagamos leyes en las que quepamos todos.
Y en el momento en que una ley no permita a los católicos ser católicos, probablemente saldré en su defensa sin necesidad de que me convoque Rouco Varela. Pero es que no tengo constancia de ninguna. Ni una sola.