Una gran novela de nuestro tiempo
Hace menos de media hora acabo de terminar un buen libro. Eso sí, más largo que un día sin pan. Pero un buen libro. Es un buen ejemplo que contraponer a Neal Stephenson. Este tío que he leído sí es narrador. Una novela larga, pero sólida y compacta como un bloque de granito. Bromas, las justas. Para contar lo que cuenta, se necesita espacio.
En este libro se habla de temas bastante actuales. De la república y la monarquía. De las pensiones y los años de cotización. De la honradez. Del cáncer y de las operaciones de mastectomía. De laicismo, de materialismo. Del capital, del comercio, del trabajo. Del divorcio. De las enfermedades mentales, de lo que supone cuidar a una persona afectada por ellas, o por demencia senil. De los celos, eso que está al filo de la violencia doméstica en tantos casos. De la homosexualidad, aunque sólo se menciona de refilón. De la Universidad. Del progreso científico. De Darwin. Del funcionariado, de las plazas, las oposiciones. De las deudas, de las hipotecas, del préstamo, de la usura. De la bolsa, las acciones. De la democracia. De los diputados. Del clientelismo político. Del transporte público, de los taxistas. De las obras en Madrid. Del turismo, de los souvenirs horteras y falsos. De la imagen de pandereta y torero que de España se tiene fuera de ella. De lo incivilizado de España en comparación con Inglaterra. De las sectas fundadas por chiflados. Del flujo de capitales, y el miedo del dinero, en tiempos de crisis.
De mil cosas más. Nos retrata y nos delata, de principio a fin.
Está ambientada en el Madrid de 1870, y se escribió en 1887: Fortunata y Jacinta. Como muestra, un mínimo botón: esa reflexión que nos asalta en tiempos estúpidos. Como estos en los que para castigar al Banco Mundial hemos decidido convertirnos en esclavos suyos. A ver si este texto no parece escrito ahora mismo:
Que cuando hay libertad mal entendida y muchas aboliciones, los ricos se asustan, se van al extranjero, y no se ve una peseta por ninguna parte. No corriendo el dinero, la plaza está mal, no se vende nada, y el bracero que tanto chillaba dando vivas a la Constitución, no tiene qué comer. Total, que yo digo siempre: «Lógica, liberales» y de aquí no me saca nadie.
En fin. Rafael Reig dice alguna que otra sandez (como hacemos todos, y los adictos al tabaco más), pero de letras sabe algo, y dice que es la mejor novela española, por encima del Quijote. Uau.
Quizás esté bien leer novela histórica amañada ahora mismo por el negro de un escritor famoso, pero es un pecado hacerlo sin haber agotado antes obras como esta, que además es gratis.
Eso sí, larga como un día sin pan. Pero para mí ha merecido la pena.
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