La verdad, por Terry Pratchett
Acabo de terminar La verdad, la XXV novela de la serie del Mundodisco de Terry Pratchett.
Reconozco que últimamente leo poca ficción, pero de vez en cuando me apetece descontaminarme leyendo a Pratchett. La serie del Mundodisco está ambientada en una especie de Edad Media imaginaria (típico mundo en el que hay magos, trolls, gárgolas y todo eso), pero todo está narrado con humor y, de paso, se hacen referencias a tópicos del mundo moderno. Y al igual que Dioses menores retrata la religión, o ¡Voto a bríos! habla de la guerra, La verdad habla del periodismo.
Pratchett no escribe libros de ensayo, sino novelas de aventuras o policíacas en un marco de fantasía, pero tienen suficiente ironía como para hacerte pensar. Y disfruté mucho leyendo La verdad porque aborda muchas de las cuestiones que me preocupan hoy en día. En un momento dado, el protagonista se desespera porque la gente muestra mucho más interés por las noticias sobre hortalizas con formas graciosas que por todo un caso Watergate, podríamos decir.
Algunos pequeños fragmentos:
- Ese joven también es un idealista. Todavía no ha descubierto que lo que es de interés público no es lo que le interesa al público.
- ¿Cómo dice?
- Quiero decir, caballeros, que probablemente la gente piense que ese joven está haciendo un buen trabajo, pero lo que compran es el Inquirer.
[...]
En cierta ocasión se había planteado inventarse unos cuantos párrafos inocentes, cuando no estaba pasando gran cosa en la ciudad, y había descubierto que era mucho más difícil de lo que parecía. Por mucho que él se resistiera, no podía evitar que lo vencieran el sentido común y la inteligencia. Además, contar mentiras estaba Mal.
[...]
Lo curioso era que si había que guiarse por el jurado de la mesa del desayuno, refutar historias como aquella únicamente venía a demostrar que eran ciertas. Al fin y al cabo, nadie se molestaría en refutar algo que no existiera, ¿verdad?
Es un tanto triste que lo que tienen de ficción las descabelladas novelas de Pratchett se limite, frecuentemente, al decorado o las criaturas fantásticas. En lo que se refiere a relaciones humanas... podríamos llamarlo novela realista, por mucho que intente cultivar el absurdo.
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