El Premio Nacional de Narrativa
España, le pese a quien le pese, es un gran país, en el que cabemos todos. Esos separatistas periféricos son unos renegados, violentos, que renuncian a sus raíces, que no quieren ser amigos de nadie y sólo saben mirarse al ombligo. Si viajaran más, se abrirían un poco y verían más allá de su propia y estrecha realidad. Hay que trabajar por la concordia, por lo que nos une, y no por lo que nos separa... etcétera, etcétera, etcétera.
Y mis cojones son claveles.
Resulta que el Premio Nacional de Narrativa se lo han dado a un autor que escribe en vasco. Lee uno los comentarios de los lectores a la noticia, y menuda pelotera que arman. Por un solo motivo: porque la obra está en euskera.
Yo no he leído el libro, y es probable que no lo lea, pero por lo que dicen los periodistas, parece que experimenta con algo del arte de narrar. No veo que nadie lo haya discutido, y si es así, se ajusta a las bases como un guante. Pero da igual: está en euskera.
Por otro lado, hay que reconocer que el autor tiene un currículum más que respetable; si es un enchufado, se lo ha trabajado bastante, no quiero pensar cuánto habrá gastado en sobornos. No es precisamente lo primero que publica, ni el primer premio que gana. Ha sido profesor, traductor y guionista. Ha escrito para New Yorker. Ha estudiado literatura comparada en Italia. Da igual; escribe en euskera.
Todo eso no sirve de nada, porque cualquier pelamangos con un ratón puede cagarse en el autor, en sus méritos y en su obra, porque no está en español y punto.
Menuda caterva de entendidos.
Los premios nacionales de literatura (y esta información está a unos clics de ratón de cualquiera) se otorgan con su forma actual desde hace... 32 años. Lo de que la obra puede estar escrita en cualquiera de las lenguas de España es explícito, por activa y por pasiva, desde entonces. Ah, y su concesión está regulada por leyes y órdenes ministeriales de acceso público, y el jurado se forma a propuesta de multitud de organismos variopintos; es difícil pensar en un jurado más heterogéneo.
Estos comentaristas internautas, grandes entendidos en literatura, no expresan sana curiosidad por saber cómo se apaña el jurado de un premio como este para manejar obras en lenguas que (¡¡¡supuestamente!!!) no conoce. Simplemente, asume que los motivos son exclusivamente políticos e injustos. Si Kirmen escribiera en español la mayoría de ellos, probablemente, no lo leería de todas maneras (ni a Kirmen ni a nadie), pero al menos no pasaría nada, el premio no les molestaría, no habría ninguna implicación extraña.
Sí señor, eso es respetar una lengua, eso es integrar, eso es apreciar España. Según ellos, Obabakoak, por ejemplo, no podría haber ganado este premio.
Un crítico literario que no lee en euskera necesitará, seguramente, cierta ayuda o esfuerzo para apreciar en su justa medida una obra en ese idioma; pero si está decidido, hay medios para vencer esa dificultad (y si no, malamente podría haber premios internacionales de literatura, empezando por el Nobel). El dogmatismo imbécil, sin embargo, es un obstáculo insalvable; ellos ni se dan cuenta de que están mucho más lejos de entender España que un gaditano de entender euskera. No entra en su cabeza. El euskera se puede estudiar, si uno quiere; el raciocinio sólo entra si uno está dispuesto.
Alguno se queja de que un premio similar en el País Vasco nunca se lo darían a una obra en español. No entra en su cabeza que para pedir respeto hay que ganárselo antes, hay que hacer los deberes, y luego exigir a los demás; pero ni siquiera se ha molestado en comprobar que el Premio Literario Euskadi no es que se pueda dar a una obra en español, es que se le da forzosamente, porque hay una modalidad para ello, y si no que se lo pregunten a Manu Leguineche.
Si viajaran más, se abrirían un poco y verían más allá de su propia y estrecha realidad. Hay que trabajar por la concordia, por lo que nos une, y no por lo que nos separa... etcétera, etcétera, etcétera. Ah, que ya lo he dicho más arriba.
Mi enhorabuena a Kirmen Uribe. De verdad que me está apeteciendo leerle.
Y hacerme independentista vasco, porque si 32 años después todavía no hemos entendido lo que la UCD entendió en 1977... va a ser verdad que no merece la pena seguir intentándolo. Coño, ya.
1 comentario:
completamente de acuerdo
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