Motivación
De un tiempo a esta parte oigo o leo muy a menudo hablar de motivación, sobre todo en relación con el fracaso estudiantil. Y empiezo a preguntarme si resulta razonable.
La RAE da las deficiones rigurosas y sencillas que debe dar, y la Wikipedia sus explicaciones algo más extensas (que hay que tomarse con las evidentes reservas). Tanto del diccionario de la RAE como de la enciclopedia se extrae una relación clara entre eso que llaman la motivación y el interés, la voluntad, algo que nos mueve a hacer algo en lugar de permanecer quietos. Sobre todo, la voluntad.
El verbo motivar puede utilizarse tanto en sentido reflexivo como transitivo, sí. Pero me parece que se abusa de ese uso transitivo. Dicho sin rodeos: me parece que motivar a los alumnos no es una misión principal de un profesor. No, al menos, en los términos en que se plantea tantas veces. Hay quien dice que no estudia, o no acude a clase, porque los profesores no lo motivan. Al decir eso están diciendo, casi casi, que los profesores no insuflan voluntad en su espíritu. Por poder, se puede remolcar un automóvil, pero ¿se puede insuflar la voluntad?
No creo que sea posible, ni deseable. Creo que quien no está motivado, o quien no se motiva, para estudiar en la Universidad, debe dejarlo. Creo también que cuando a las personas se nos inyecta voluntad que no es nuestra pueden conseguirse con nosotros grandes cosas, pero también grandes desastres y grandes pesadillas, así que tengo mis reservas ante esa posibilidad. Prefiero que quienes obtengan un título universitario sean personas con energía propia suficiente para abordar un reto, superar dificultades, establecer una disciplina, sufrir cuando es necesario, sobreponerse... y buscar una meta nueva cuando se ha superado la que parecía tan difícil. No me imagino a un ciudadano pusilánime, que está ahí como podía estar en otro sitio, que no guarda en sí mismo el principio de su propio movimiento, llegando a lo más alto del sistema formativo que la sociedad ofrece hoy en día, y que es, probablemente, el más poderoso y mejor dotado caudal de conocimientos que ha conocido la Historia (aun con todas las deficiencias que pueda tener, y aun sabiendo que la formación no es sólo la transmisión de conocimientos).
Y desde luego, la dificultad para entender algo (teniendo que recurrir quizás a fuentes complementarias), o el cansancio intelectual, o el aburrimiento, no son las pruebas más difíciles que tenemos que estar preparados para superar. Hay que invertir (frecuentemente a fondo perdido) ingentes cantidades de tiempo, de atención activa, de escucha, de esfuerzo, para aprender a hacer cualquier cosa. No digamos para obtener un título universitario.
Creo que la motivación se puede entorpecer o arruinar; que es (¡desgraciadamente!) fácil desmotivar, eso sí, y creo fundamental aprender a no hacerlo. Pero una vez se elimina el obstáculo, me parece inaceptable que una persona sea responsable de la voluntad de las demás. Ese enfoque puede ser compatible con la guerra, o con la perpetuación de una religión, pero no es muy compatible con la difusión del conocimiento y la formación de ciudadanos autónomos, libres y responsables.
Y de la Universidad creo que deben salir ciudadanos autónomos, libres y responsables, que cultiven en sí mismos lo mejor de la especie humana: la imaginación, la iniciativa, el tesón, la alegría, la búsqueda, la generosidad. No transistores fabricados en una cadena de montaje, que pasan por ella pasivamente. Me parece que quien ingresa a la Universidad viene más bien a dar cosas a la sociedad -muchas- que a recibirlas. Si empezamos esperando a que nos motiven, o justificando así de manera genérica nuestras omisiones, si venimos simplemente a esperar a que nos presten un servicio, la cosa no puede acabar bien. Aunque las aprobemos todas y las autoridades económicas estén muy contentas con los indicadores de... calidad.
Lo que he escrito anteriormente es bastante general. Y por eso es posible interpretarlo en relación con muy variados casos o aspectos particulares y parciales, y hay un peligro evidente de que se interprete mal. No he escrito que un profesor no tenga ninguna responsabilidad en la motivación de sus alumnos, o que no deba cumplir ciertas tareas importantes relacionadas con ella, o que actualmente no haya deficiencias en cómo se hacen esas tareas, o que cualquier crítica respecto a que un profesor no motive lo suficiente esté descartada de antemano. Pero sí creo que se está utilizando el término con ligereza y de manera peligrosa. Puede contribuir a implantar ideas bastante dañinas sin que nos demos cuenta.
5 comentarios:
Voy a jugar a los tonos de gris: no es "motivar" o "no motivar" lo que tiene que hacer un profesor, sino que los hay que motivan más y los hay que motivan menos (o nada en absoluto).
Un ejemplo de profesores poco motivantes: la gran mayoría de los que me han dado matemáticas en la Universidad (Cálculo, Numérico, Complementos). ¿Por qué les acuso de no motivarme? Básicamente porque jamás me han explicado la utilidad real de las matemáticas en la informática. Las matemáticas que ellos daban sólo servían para hacer más matemáticas, nunca sirvieron como base para la informática (y menos aún una asignatura de tercero, que no puede ser base para nada).
¿Para qué voy a ir a clase, a escuchar sus lecciones magistrales aburridas? ¡Para nada! ¡No me sirven! Sólo les necesito para aprobar (y para eso cumplen mucho mejor las academias).
Si estoy deseando obtener conocimientos útiles para mi carrera, y en los profesionales docentes confío para que me guíen, éstos estuvieron fracasando todo el tiempo.
Fueron incapaces de motivarme, y les culpo por ello. No soy yo quien tiene que buscar los conocimientos por mi cuenta (que también lo hago) sino que esa tarea básica de seleccionar conocimientos útiles, exponerlos y evaluarlos les corresponde a ellos. Y no pueden dar por hecho que cualquier contenido que impartan vaya a ser motivador.
Yo creo que desde la ESO, la educación va de mal en peor. Tantas chorradas de motivar al alumno se dicen que al final se pierde el horizonte lógico de la educación que es formar al alumno y no convertirlo en un analfabeto funcional -que seguro que me crucifica alguien por decirlo pero es como salen las generaciones que me siguen-. Aun así el recurso de la desmotivación es empleado con doble filo. Las típicas tonterías de "no voy a sus clases porque no me motivan" o de si lo intentan "es que exige demasiado" las tengo muy oídas. Algún "desmotivador" encontré en la carrera y lo único que se me pasó por la cabeza fue preparar la asignatura por otros medios... Oye, funcionó a la primera.
Pero el panorama general tanto en institutos como en facultades es el de ir porque hay que ir y lo demás no importa. Una pena porque así sale la gente, sin tener ni idea de donde estuvo los años que le duró la carrera y sin haber aprendido absolutamente nada.
Boronat: ...mmmm... Estoy pensando cómo evitar enrollarme :-) Lo intentaré.
Punto uno: probablemente tengas razón al criticar aspectos concretos de su docencia. No lo niego. (Yo también fui a esas clases :-) Voy a aceptar eso sin más matices, aunque sea como hipótesis.
Punto dos: Sin embargo, sigo sin estar de acuerdo en el fondo. No coincido con que sus clases no te sirvan de nada. El provecho de esas clases requiere un esfuerzo extra por tu parte, que (como hipótesis, digo) quizás deberían asumir ellos. No deberías estar tú buscando aplicación, o dando sentido, a ciertas cosas. Pero si te toca... hay que hacerlo, y de hecho no es mal aprendizaje, tampoco. Es decir: no niego las críticas que haces, pero al tiempo no acepto que esas críticas sirvan como descarga de responsabilidad para el alumno.
Por cierto, cuando dices "las academias" supongo que quieres decir "el profesor X de la academia Y en comparación con el profesor Z de la Universidad". El que las academias sirvan, genéricamente, para aprobar, y las tutorías no, es un misterio que aún nadie me ha explicado.
Hiro: hombre, el panorama que presentas es un tanto extremo, supongo :-) pero como estas cosas se ajustan por hill climbing", como cuando sintonizas una radio antigua ("pa este lao... me pasé, otro poco p'atrás... me volví a pasar, vuelta pa la izquierda...") entiendo que el péndulo se nos ha ido de las manos para un lado y hay que reconducirlo un poco. Esa es la idea de lo que yo escribí, y en ese sentido estoy de acuerdo contigo. No hay que volver al colegio de curas que pegan con la regla, pero sí poner un poco en su sitio a los alumnos, los profesores, los aprobados y los suspensos, que la cosa se está desmadrando un poco.
Buscarse la vida por nuestra cuenta no es mal aprendizaje, desde luego, y es muy útil para cuando sales al mundo real y te toca hacerlo: ya sabes cómo va.
Sin embargo, creo que poniéndola en contexto mi idea cobra fuerza: en un contexto de 7 otras asignaturas y varias prácticas. No puedo, no soy capaz, de seleccionar la materia de todas las asignaturas, y de separar lo interesante de lo que no, y además de hacer todas las prácticas y estudiar todo lo que me piden, hacer todas las prácticas y estudiar todo lo que yo considero que es necesario. Es trabajo doble, y si hay que hacerlo es porque el docente está haciendo mal el suyo.
No digo que no haya que hacerlo (a veces) si se ve que no hay otra manera de aprender nada, pero sí digo que las cosas no deberían de ser así.
En nuestro trabajo como alumnos, idealmente, deberíamos ser proactivos aprendiendo, pero tiene que haber un buen líder (léase profesor) para dirigir esa tarea. Incluso un profesor debería de saber menos materia y a cambio ser mejor motivador para que los estudiantes la aprendan por su cuenta. Y en los casos de desmotivación de los que hablamos estamos aún más lejos de este ideal.
En cuanto a las academias, pondré mi ejemplo: ASIS para las asignaturas de matemáticas, y los profesores (San) Pipo y (San) Raúl. Dos profesionales dedicados a explicarte lo que necesitas saber para aprobar. Nada que ver con las tutorías, donde vas a ver al mismo tío que te ha soltado un rollo infernal teórico que sabes que no te servirá para el examen, y que en la tutoría te arriesgas a que te lo repita. Por otra parte, admito que a las academias vamos con otra actitud también nosotros, pero es resultado de un círculo virtuoso que la Universidad no consigue. Hablo de matemáticas sólo porque del resto de asignaturas nunca fui a una academia.
Vale, más o menos podemos estar de acuerdo. Lo que pasa es que estamos hablando ya de un caso concreto, y del efecto concreto de esa "falta de motivación", y además lo pones en relación con el tiempo. Es decir: "Esta asignatura está mal porque tal como se imparte exige un tiempo desproporcionado del alumno y... no cabe". Vale. Contra lo que yo iba es contra esa respuesta tan genérica hoy día de "Es que no me motivan". No me molesta el "mamá, ese señor me ha quitado la pelota"; me molesta el "mamá, me aburro".
Respecto a las academias, ya he oído hablar maravillas de Pipo y de Raúl y supongo que son muy buenos en su trabajo además de unos cachondos (lástima que no den clases en la Uni, ¿por qué será?) pero tengo dos reservas, a saber:
1.- Lo de explicarte "lo que necesitas saber para aprobar". Es un negocio limpio y válido, pero el planteamiento de la Universidad no debería ser nunca ese (quiero decir, sólo ese, aunque no hace falta que me digas que a veces no se cumple ni siquiera ese).
2.- Ese círculo virtuoso al que aludes no puede conseguirlo, ni lo podrá conseguir nunca, la Universidad por sí sola. En alguna asignatura que he impartido los alumnos también iban a academias (del orden de un 15% de los encuestados). ¿Usaban las tutorías? No. ¿Qué estábamos haciendo mal para que no las usaran? Nada. ¿Qué podíamos hacer para que las usaran? Nada. Eso es lo que dijeron las encuestas.
Sin negar en ningún momento la necesidad de mejorar la calidad docente (¡si es mi pasatiempo favorito!) creo que el mayor potencial de mejora de la Universidad, y de los resultados, es... de los alumnos. Sin ninguna duda, y a mucha distancia. El potencial transformador de la gente que entra en la Universidad es mucho, mucho, mucho mayor que el que podamos tener todos los profesores juntos (y mira que este tampoco es pequeño). Cuando una clase va bien (a veces pasa eso: hay un grupo de alumnos interesados, que se creen su papel, que quieren aprender) sería de ilusos (y de soberbios) pensar que lo ha conseguido el profesor. Este puede jactarse de no haber impedido a esa gente excepcional tirar del carro de esa manera.
Pero bueno, aparte de esas dos reservas, ya digo que no estamos en desacuerdo, me parece.
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