Casillas y la violencia
Cuando pasa algo grave, todos nos volvemos un huevo de humanos y de sentimentales, y apoyamos a las víctimas y les deseamos lo mejor, y blablabla. Cuando hay violencia en el fútbol, queda muy bien hacer llamamientos a la cordura, y todos los que salen por la tele parecen gente sana, deportista, juiciosa, yernos ideales.
Iker Casillas es un yerno ideal. Hay que ver qué beso tan romántico le dio a su novia cuando el mundial, y eso.
Pero, Iker, lo que no puede ser no puede ser. En algunas cosas no se puede ir con la feria y venir con los del mercao. Aunque hay demasiada gente que lo hace.
Ser carnicero es un oficio respetable. Por lo demás, en el fútbol se puede ser carnicero, y si no es respetable, por lo menos es comprensible, dado el dinero que mueve. Así, es comprensible que gente como Pepe y Marcelo jueguen al fútbol, y se dediquen a intimidar por la vía del kárate. Los aficionados, o bien los compañeros de profesión, deberían repudiarlo, pero no lo hacen. Sea.
Lo que ya no es tan comprensible es que, después de tooooodo lo que pudimos ver al final de la Supercopa de España del otro día, cuando le preguntan a Casillas, en el momento, sus declaraciones vengan a ser estas:
Iker.- Bueno... Como suele pasar. En un partido así hay muchos intereses por medio y está claro que siempre hay un poco de conflicto.
Periodista.- ¿Por qué ha sido el conflicto esta vez? Hemos visto la entrada de Marcelo, los ánimos estaban muy calientes.
Iker.- Pues supongo que será por una entrada que han hecho, el jugador rival se habrá tirado al suelo y ya está, lo de siempre.
Hay varias cosas llamativas. Una, vemos a un tipo que no sabe perder, que deja entrever que son ciertas las chorradas que su entrenador esquizofrénico paranoide con manía persecutoria ha dicho. Eso se puede disculpar, hasta cierto punto, por la impotencia de perder tantas veces y la frustración de haber perdido otra. Es de un infantilismo palmario, da vergüenza ajena. Pero vale, allá cada cual con su dignidad.
Otros detalles curiosos son eso del "conflicto" (me recuerda a la "izquierda abertzale" con sus eufemismos), o la periodista que más que preguntar se contesta sola (fenómeno muy frecuente hoy en día).
Pero sobre todo vemos que lo que ha pasado no tiene mayor importancia, es lo normal, el fútbol es así, lo de siempre, y además es culpa de alguien que se ha tirado al suelo.
Vale, Iker. Pero luego, en un campus con niños, pretendes convencerles de que eso no se hace, de que no está bien, de que la violencia no, de que el juego limpio.
Casillas, dos cositas.
Una: que cada vez que sales al campo, hay algo así como dos mil millones de niños viéndote, y me estoy refiriendo a señores peludos de 50 años, y que son más preocupantes que los niños de verdad.
Dos: que los niños no son idiotas, como tú te crees, y que saben cuándo les están tomando el pelo.
Para finalizar, y hablando de carniceros, diré que puede ser comprensible que un central que se juega el puesto cada partido, y al que le pagan muchos millones por evitar a cualquier precio que alguien con habilidades sobrenaturales meta un gol, se emplee con maneras un tanto rudas en algunos momentos. Pero se puede distinguir perfectamente esa situación de una en la que un tipo, con el partido perdido y el tiempo acabado, en el medio del campo, sin necesidad ni beneficio de ningún tipo, decide hacer una llave de lucha libre simplemente para darse el gustazo de liberar su frustración. Es como los policías; tienen un difícil trabajo, pero no se puede negar que en todo cuerpo de policías hay algunos individuos a los que, simplemente, les gusta la sangre.
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