Texto en español ¿Disculpas de Aguirre? Y... ¿de qué se ríen?

Tengo para mí, no sé si equivocadamente, que Esperanza Aguirre es una de las personas más falsas, traicioneras y faltas de escrúpulos que conozco. Pero siguiendo mis propias normas, si hace algo bien, hay que reconocérselo.

Un día llamó al Presidente del Gobierno "sindicalista retrógrado piquetero". Me es difícil contener la náusea ante el ejercicio evidente de desfachatez que se ve en ese vídeo, que no voy a molestarme en diseccionar porque no merece la pena. Con todo, está muy lejos de ser lo peor que he visto, oído o leído decir a Aguirre. "Sindicalista" no es un insulto (o no siempre), "retrógrado" es un calificativo opinable (por más que sea hilarante que esa palabra la use Aguirre), y lo de "piquetero" es síntoma de normalidad (al fin y al cabo, mucha gente cree que el PSOE es un partido de izquierdas, y algunos hasta lo consideran "anticlerical" y otras fantasías).

Sin embargo, al día siguiente parece que pidió disculpas por esas tres palabras (por el resto no). ¿Debemos otorgarle a Aguirre un punto por esas disculpas?

Pues después de pensarlo, diría que no, lo siento. Hasta ahora he visto las disculpas que he anotado en este blog, y esta no la he visto. Ha llegado un eco de una llamada telefónica, que "fuentes de la Moncloa" confirman, pero eso es algo bastante privado. Yo ya sé que en privado toda esta gente se trata con normalidad, y que la mayoría de sus insultos son puras mentiras que ni ellos se creen. Lo que se necesita es que para las disculpas apliquen el mismo teatro que para los insultos.

Y no he conseguido ver en ningún sitio a Aguirre disculpándose, mientras que los insultos sí he podido verlos con facilidad. Así que no cuenta.

Respecto a las náuseas, hace tiempo, en una memorable intervención el 15 de diciembre de 2004, esa mujer doblemente defenestrada que es Pilar Manjón puso los puntos sobre las íes a unos diputados que, durante una comisión relacionada con el 11-M, se habían descojonado de risa (se les olvidó que había público viendo su pantomima). Salvando las distancias, me he acordado al ver la reunión de la CEOE.

Un representante va a una mesa de negociación, que se supone vital para el futuro del país y para resolver la crisis. Un representante además de un colectivo al que pertenecen muchos de los principales responsables de esa crisis, y también -reconozcámoslo- muchos de los afectados. Este tipo plantea exigencias absolutamente inaceptables y que atentan contra la dignidad de los trabajadores, a costa de los cuales, no lo olvidemos, todo empresario obtiene sus ganancias. Y entonces la negociación se termina. Sin acuerdo. Es decir, que teóricamente eso es un fracaso, y un problema terrible para el futuro de muchas familias.

¿Cuál es la actitud de los que enviaron a ese negociador que volvió con la negociación rota? ¿Cara de circunstancias? ¿Preocupación? ¿Búsqueda de otras opciones? No; la actitud es esta. Aplaudir como si hubiera cortado dos orejas en una corrida. Y entonces el tipo se envalentona. Sabe que el gobierno elegido por los españoles, o los sindicatos que defienden los derechos laborales de la inmensa mayoría, no importan frente a quienes tienen la sartén por el mango. Así que da la receta: negociar "sin líneas rojas". O sea, que no hay nada sagrado y haréis lo que me salga a mí del escroto, y si se me pone entre huevo y huevo desmantelar la Seguridad Social, firmáis, que eso es negociar. Lo de borrar las líneas rojas no se refiere, claro, a que discutamos sobre nacionalizar beneficios, por ejemplo. Ahí no hay una línea, hay una alambrada de espino.

Por otra parte, se supone que los empresarios las están pasando canutas, que no hay dinero, no hay negocio, no hay créditos, nadie los ayuda, están sufriendo y se están destruyendo empresas, se están viniendo abajo proyectos, es una tragedia, son los primeros afectados por la crisis, son los primeros que necesitan desesperadamente soluciones, y están dispuestos a arrimar el hombro, los pobres, sólo para sobrevivir y sólo para mantener los puestos de trabajo y no echar a nadie a la calle. ¿No era así lo que nos habían contado? Entonces...

¿Qué cojones es lo que aplauden? ¿Qué celebran? ¿Por qué están contentos? ¿Por qué hacen como si este tipo lo hubiera hecho bien rompiendo las negociaciones?

¿De qué se ríen? O mejor dicho, ¿de quién?

2 comentarios:

xexux dijo...

xexux
¿Realmente piensas que fueron ellos los que rompieron las negociaciones?
¿Por que los empresarios no pueden marcar lineas rojas y los sindicatos las marcan continuamente?
¿De verdad estos sindicatos protejen a los trabajadores, o sus propios intereses?
Lo que no es de recibo es que el gobierno se arrime a las tesis de los sindicatos y no escuche a los empresarios, claro que esto es lo que da más votos y lo que se espera de un partido de izquierdas, pero es lo que conviene al pais tal como esta la cosa, o el gobierno tendria que escuchar a las dos partes sin que ninguna de las dos marcara lineas rojas al contrario.

Guti dijo...

Xexux, yo no entraba en quién tiene (más) razón. La tenga quien la tenga, un negociador que vuelve de negociar un pacto social con un rotundo fracaso ¿es de recibo que se pasee como un torero que ha cortado dos orejas? Insisto, ¿qué aplauden y de qué se ríen?

Pero yendo a lo que comentas, sí que pienso (aunque desde mi poca sapiencia, claro está) que fueron ellos quienes provocaron la ruptura. Ningún gobierno es, digamos, "sindicalista"... Recordemos al gran Javier Krahe: "Tú mucho partido, pero / ¿es socialista, es obrero? / ¿O es español solamente? / Pues tampoco al cien por cien, si americano también..."

¿Por que los empresarios no pueden marcar lineas rojas y los sindicatos las marcan continuamente?

No sé si estamos hablando de los mismos sindicatos... Pero aunque fuera como dices (que no lo creo), se me ocurre una respuesta: ¿porque hay millones de trabajadores, pero sólo miles de empresarios?

¿De verdad estos sindicatos protejen a los trabajadores, o sus propios intereses?

Gran pregunta, y has ido a dar con alguien que no tiene una opinión particularmente buena de los sindicatos. No creo que protejan adecuadamente a los trabajadores, claro que no; ni que los partidos representen adecuadamente a los ciudadanos, ni que la CEOE represente realmente a todos los empresarios. Pero bueno, las instituciones son un mal menor en la lucha constante por el poder. Los sindicatos no son menos legítimos que la CEOE, desde luego (siendo todos ellos malos representantes en mi opinión).

Respecto a si da más votos alinearse con los sindicatos, o conviene al país una cosa o la otra, no olvidemos que es el sector financiero y empresarial el que ha provocado esta crisis; no los trabajadores. Sólo faltaría que en vez de hacer que quienes han ganado a espuertas durante años apechuguen ahora con las vacas flacas y se gasten parte de su patrimonio en capear el tempmoral, al contrario, encima aprovecháramos la crisis para liquidar la poca dignidad que queda a los trabajadores, y flexibilizáramos (¡más!) el despido, y redujéramos (¡más!) los impuestos directos, y en fin, barriéramos lo que queda de seguridad social, sanidad o cosa pública para hacer un país a medida de los empresarios (de *ciertos* empresarios, debería decir), cuya misión principal es beneficiar a los trabajadores, cómo no. Seguro que nos sacan de la crisis los que nos metieron en ella.

Pero no te preocupes, que algunos no pierden nunca, y saben que tienen la sartén por el mango. En cuanto un gobierno les moleste un poquitito, descuida, que ya lo cambiarán.