Posturitas
Voy a cruzar la calle, y ahí delante veo una monja mirando fijamente a través de la valla. He tenido muy poco trato con monjas, prácticamente ninguno, pero al verla no puedo evitar un sentimiento de firme antipatía, no a la persona, sino a ese uniforme gris. Y mientras pienso en ese desagrado, resulta que se gira y me dice "Oiga, venga". No es una petición, es una orden.
No puedo creerlo, precisamente a mí. Me apetece decírselo (señora, ¿no ve que la estoy despreciando?, no me interrumpa, que me corta el rollo), pero -por eso, porque no estoy seguro de si me ha hablado el uniforme o simplemente una persona- me desvío y me acerco de lo más solícito. Aunque se le ha olvidado el "por favor", o algo así.
Me señala preocupada abajo, a la pista de atletismo, y me dice con sobresalto: "Mire, mire qué postura tan rara tiene aquel chico, no sé si le habrá pasado algo". Busco algún yonqui tirado en el suelo o algún doceañero vomitando su borrachera (la diferencia puede que esté sólo en el tiempo de cocción, supongo), pero no consigo ver absolutamente a nadie más que a un tipo inclinado sobre una barra, estirando largamente los gemelos como deberíamos hacer todos para evitar tendinitis en el tendón de Aquiles.
- ¿Cuál? ¿Ese de rojo, dice? (De rojo de la cabeza a los pies... También es que hay gente con mala leche.)
- ¡Sí, sí! ¡Mire qué postura tiene! (El corredor, a todo esto, ha acabado con los gemelos, se incorpora y se estira los cuadriceps llevándose el talón al trasero). ¡Ah, se ha movido, pero de verdad que llevaba así mucho rato!
- No, verá, está estirándose. Después de correr hay que estirar los músculos, y...
(Cara de incomprensión absoluta.)
- Vamos, que sí que se lo ha tomado con calma, pero son ejercicios, nada más.
- ¡Ah!, ejercicios... (Por supuesto, la cara de estupefacción es la misma.)
- Sí, ejercicios, no se preocupe, no le pasa nada.
Me voy, y pienso en varias cosas. Que si le parecía rara la postura de inclinar los gemelos, qué puede pensar de un tío que no contento con esa excentricidad se levanta y se mete un talón en el culo con las dos manos. Y que cuánto puede llegar a alejarse del mundo (en dirección a las esferas celestes, se supone) una persona para quedar tan perpleja ante unos ejercicios de estiramiento, cosa que seguramente le parecerá de lo más extraño frente a rezar un rosario o una letanía en latín, por poner un ejemplo. Y que con cuánta frecuencia las personas de este perfil manifiestan con notable asertividad cómo debe ser la vida en el mundo actual, cómo debe ser la familia, el matrimonio, el amor, el sexo, la prescripción facultativa de analgésicos en enfermos terminales, la investigación con células madre, la fecundación in vitro, la anticoncepción, el aborto, la política, los medios de comunicación, la cultura, la condición femenina.
Y me compadezco (lo siento si suena soberbio) de la persona, y desprecio aún más el uniforme, y me enfado otro poco más con los sastres que le han cortado el uniforme y las alas y el horizonte. Y no le han cortado nada más porque ya no hacía falta.
Bueno, ya lo sé, exagero. O no.
2 comentarios:
Sin exagerar...
Aun hay quien llama a eso "cultura"
y dice la RAE:
(Del lat. cultūra).
1. f. cultivo.
2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
Pues no conocía esa definición de "cultura", pero me parece de lo más interesante.
Mucha gente cuestiona la RAE con toda ligereza, pero a veces hilan más fino de lo que parece. Esa definición está muy pensada.
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