¿Arreglando un cortacésped?
Un fin de semana cultivando otra de mis pasiones: la chapistería. ¿Chapero? No. En realidad, chapista tampoco.
Resulta que la segadora de un amigo tiene un grave problema. Aparte de una autoestima baja (que no sé cómo solucionar), tiene el chasis tan carcomido que los tornillos que sujetan el motor al chasis bailan libremente, demasiado libremente, y con las vibraciones la chapa se va estropeando todavía más, con lo que el motor le iba a salir volando cualquier día.
Por menos que eso se tira hoy en día una segadora (y un matrimonio también) pero, inasequibles al desaliento, decidimos que el motor estaba bien, y que no se puede andar derrochando dinero y materiales valiosos hoy en día. Un chasis nuevo, al parecer, tiene un precio comparable al de un cortacésped nuevo, y a eso habría que sumar lo que cueste trasladar todas las piezas de un chasis a otro (en la tienda contestaban a nuestras preguntas como si a nadie jamás se le hubiera pasado por la cabeza intentar reemplazar un chasis).
Después de múltiples intentos de trampear la cosa, que aguantaban un tiempo pero acababan cayéndose, decidimos intentar el arreglo definitivo: todo o nada. Así fue como quitamos el motor de su sitio. Véase la situación. Esos cuatro boquetes señalados en la foto deberían ser agujeritos para que pasara el tornillo. Sólo uno de ellos tiene una forma remotamente aceptable. (Pínchese en la imagen para verla más grande).
Como ese chasis no hay quien lo arregle, y no parece que vaya a soportar soldarle nada (aparte de que no tenemos ni zorra idea de hacerlo), el plan era preparar dos placas metálicas, para hacer un "bocadillo" contra el chasis (por encima y por debajo de las zonas estropeadas). A esas dos placas atornillaremos el motor.
Así que lo primero fue comprar una chapa en el chatarrero. Si me hubieran jurado que iba a ser cliente de una chatarrería, no me lo habría creído. Una hermosa chapa verde (creo que de un ascensor Otis) por 1,30 €. Lo segundo, unas hojas decentes para la sierra de calar (hojas de cortar metales). ¿Podrá realmente una sierra de 9 € cortar metal? Pues sí, sí que puede.
Pues nada, se sacan plantillas de cartón, se dibujan en la chapa, se van cortando con más pena que gloria... Por supuesto, es imprescindible llevar gafas de protección y guantes (el que bromee con las limaduras metálicas probablemente lo pagará). Aquí, una fase intermedia: el primer corte de la chapa de arriba.
Evidentemente, tendremos que hacer un boquete en el medio, para que pase el eje del motor. Por cierto, en cada pieza que cortamos limamos un poco los bordes. Aquí aparece la pieza y las herramientas utilizadas.
La pieza de abajo es más complicada, porque el chasis tiene una especie de reborde saliente, y queríamos que se ajustara a él lo mejor posible, así que hay que afinar más con la forma:
Aunque no sabemos si servirá para algo o no, acolchamos un poco la unión de las piezas al chasis con cámaras de bicicleta viejas, para que haya mayor superficie de contacto y además se amortigüen un poco las vibraciones. Aquí se ve ese relleno, y también la pieza de abajo en la que ya hemos hecho los agujeros de los tornillos. La cámara la pegamos en algunos puntos con SuperGlue, porque no se estaba quieta y era imposible montar todo el tinglado sin que se descolocara:
Pues nada, se hacen los agujeros en la chapa de arriba, y se monta todo el pincho moruno: la chapa de abajo, el chasis, la goma, la chapa de arriba y el motor. Este es el resultado, ya terminado y probado.
Algunas consideraciones:
- Cuando se quita el motor y se deja en el suelo, hay que tener cuidado. O se deja derecho, o se tumba por el lado adecuado; los motores de cuatro tiempos, al parecer, no se pueden tumbar de cualquier manera. En este caso, si se tumba por el lado erróneo, enseguida se nota... porque empieza a chorrear la gasolina por el suelo.
- Los agujeros en la chapa se hacen, lógicamente, con broca para metales. Además, es conveniente que la broca gire lo más despacio posible (sí, es así). Si no, se estropea y además no acabarás el agujero ni en una hora.
- ¿He dicho ya lo de las gafas y los guantes? Las virutas de metal cortan bastante... y saltan con bastante fuerza.
- Lo más difícil casi es hacer que todos los agujeros coincidan bien; hay que ser muy, muy preciso, y además conviene que los agujeros no sean más anchos que el grueso del tornillo, porque si no, bailará y estaremos como antes. Lo segundo más difícil es colocar todo para atornillarlo, porque al menos en este modelo de segadora, los tornillos no están nada accesibles y es incómodo de narices.
- Para evitar que una segadora acabe así, estoy convencido de que hay que limpiarla después de cada uso para despegar toda la hierba. Supongo que se puede usar un chorro de agua a presión y luego hacerla funcionar un poco para que la propia hélice lo seque... No sé, pero aunque mi amigo procura limpiarla, ya la heredó así de oxidada. Además, la chapa de esta en particular es malísima, malísima, malísima.
Después de hacer la chapuza, mi amigo probó el cortacésped y funcionó, aunque... parecía tener bastante poca potencia (y eso que en el motor no hemos intervenido). Veremos si es cosa de que tenía poca gasolina, o de que no estaba asentado todo donde debía después de estar desplazado unas horas... o si nos hemos cargado la segadora.
El caso es que no sabemos cuánto durará el apaño, ni nada, así que no sabemos si lo hemos arreglado o nos lo hemos cargado. Ya veremos.
3 comentarios:
Esto son los frutos de jugar al mecano de pequeño ^^
Porque explicas las fotos, que si no hubiera jurado que la segadora esa tenía puesta una tapa de váter negra :-)
Miguel: no tuve mecano, seguramente por eso estoy ahora conjurando esa frustración...
Darío: Pues no lo había pensado, pero ciertamente se parece. Quizás hayas dado con una forma alternativa de arreglar el problema...
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