Canción triste de Marcos
La mañana del 19 de abril de 1993 fui a la casa de mi amigo Marcos, no recuerdo a qué. Pero cuando entré en su habitación me espetó: "Vamos a tocar". Y me alargó una guitarra española que se caía a pedazos y apenas se oía.
En aquella época yo estaba estudiando y no tocaba casi nunca, así que estaba muy desentrenado. Además, las canciones que pretendía tocar Marcos no eran precisamente fáciles (para mí, al menos); se trataba más bien de jazz. La cosa empeoró cuando dijo que las íbamos a grabar.
Sacó un viejo radiocassette de los que ya por aquel entonces estaban obsoletos, y una cinta de esas que ya se han usado mil veces para grabar de todo. Como la guitarra apenas se oía en comparación con el piano, me senté sobre la cama y pusimos el radiocassette pegado a mí; además, yo tocaría con fuerza, esperando que las cuerdas deshilachadas que amenazaban con romperse no lo hicieran.
El resultado de aquel rato en casa de Marcos fue un puñado de canciones. Todas ellas son estrictas primeras tomas, sin ninguna preparación ni ensayo. Las elegimos sobre la marcha, sin saber qué íbamos a tocar después. No sabíamos cuántos solos haríamos, ni dónde; lo decidimos haciéndonos señas al vuelo (y todos ellos son, por supuesto, totalmente improvisados).
El sonido es malísimo. La cinta estaba hecha polvo, y a veces se va el estéreo o titubea el sonido. Se oyen perfectamente todas mis meteduras de pata (¡múltiples y evidentes!, sobre todo en 'Round Midnight, donde la pifié casi en todos los sitios en que se la podía pifiar), y se oye a Marcos pelearse con las hojas del libro de partituras, que se cerraba solo. Al final, la guitarra no sonaba tan bajo (suena demasiado) y el piano, pese a oírse menos, está saturado en muchas ocasiones. Marcos no se sabía exactamente la letra de Body and Soul, y canta algo "bastante parecido". Grabamos alguna con metrónomo, pero yo -evidentemente; bastante tenía con sobrevivir- no lo escuché y toqué aceleradísimo. En resumen: por mi parte, está muy, muy mal.
Pero fue muy, muy divertido.
Quizás por eso sentí que la cosa salió por encima de mis limitadas posibilidades.
Quizás por eso creo que es lo mejor que he tocado hasta la fecha.
Eso es todo; este es el día en que jugamos a ser Django Reinhardt y Thelonius Monk. De algún modo, esas canciones son un burdo retrato robot para él, una pálida muestra de la música que Marcos llevaba dentro. Esta artesanía sonora queda como testigo de esos momentos felices, y del enorme talento que rebosaba, y de la gran capacidad de estudio, que a base de horas le deshacía la espalda. Me sigue estremeciendo su recuerdo cada vez que veo un piano.
Blues en Do - 4' 25" [MP3, 4 MB]
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