El transporte del futuro
Carl Sagan fue un astrofísico mundialmente conocido. Participó de manera decisiva en algunos descubrimientos fundamentales sobre Venus, Marte o Titán, y ayudó a diseñar y operar las misiones Mariner 2 y 9, Viking 1 y 2, Voyager 1 y 2 y Galileo. Un tipo que se paseó por Venus, Marte, Júpiter y el exterior del sistema solar. Y un divulgador científico excepcional.
Sagan, evidentemente, fue un entusiasta tecnólogo, profundo conocedor de los viajes espaciales, de la teoría subyacente, y de medios alternativos, incluso aún por desarrollar, para viajar por el espacio. Alguien que diseña una sonda Viking no ignora muchas cosas sobre la ingeniería del transporte, y tampoco es un ludita alérgico a los adelantos técnicos.
Estoy leyendo ahora su libro El cerebro de Broca, y ayer leí esto que escribió, como muy tarde, en 1979.
La agonía del automóvil conlleva seguramente aspectos muy positivos, vistos con perspectiva, uno de los cuales es la recuperación del sistema de transporte más antiguo, el andar, y el ciclismo, que en muchos aspectos es el más sobresaliente.
Fácilmente se puede imaginar una sociedad futura sana y estable en la que andar e ir en bicicleta constituyan los medios de transporte principales; con automóviles de velocidad reducida y no generadores de polución y sistemas de transporte público por raíles a disposición de todo el mundo y los aparatos de transporte más sofisticados relativamente poco utilizados por la persona media.
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