Adiós, lince, adiós
Lince, amigo, lo tienes claro.
Hasta ahora estabas en peligro de extinción, sólo en peligro. Pero ahora... ahora tu destino está escrito. Porque los obispos españoles te han puesto en el punto de mira. Así que... hasta otra. Tienes los días contados.
Ya, entiendo que el mensaje no es exactamente que los linces molesten o no haya que protegerlos. Pero es que estas cosas son así: las alusiones se van convirtiendo en liturgia, alguien hace alguna traducción errónea del hebreo al griego, algún concilio aprueba algo que alguien entendió que nosequién había dicho unas décadas o siglos antes, lo que era blanco se vuelve negro y viceversa... y eso se convierte en dogma, y cuestionarlo es suficiente pecado para que te quemen vivo. Así que es probable que dentro de poco tiempo (en escala biológica) sea oficial que los linces se comen a los niños pequeños. O algo así. Y cuídate bien de intentar explicar que no, que con los linces no pasa nada, que es que fue una campaña del siglo XXI en la que lo que se quería decir era que... Porque si lo intentas, probablemente acabes en la hoguera.
Por cierto, hablando de publicidad, recomiendo recuperar el comunicado que publicaron sobre la publicidad del "bus ateo". Con esta entretenida lecura nos distraeremos y olvidaremos por un momento el triste destino del lince.
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