Público: no pasaste de caimán
"Infligir" e "infringir" son dos palabras que, no lo niego, no resulta fácil distinguir y usar con rapidez. Precisamente por eso (no porque sea muy listo, sino precisamente porque estoy avisado de que me cuesta), cuando voy a escribir una de ellas, me paro un momento y lo pienso. Y si no lo veo claro voy al diccionario.
Pero el periodista responsable de un titular de la portada de Público no lo cree necesario. No está mal para un periodista deportivo, que se pasará media vida hablando de infligir castigos y derrotas y cosas así.
Aparte de eso, siempre me pareció impresentable ética y periodísticamente algo en lo que ABC han sido siempre unos maestros, si se me permite la paradoja: poner fotos ridículas de la gente que no les gusta. Después de gastarse el dinero en fotógrafos, equipos o agencias de prensa, siempre elegían fotos defectuosas para poder poner a Felipe González o cualquier otro que no gozase de sus simpatías con los ojos cerrados, a medio parpadear, con la boca abierta, o con cara de lelo. Me parecía una desfachatez, una maniobra burda, infantil y sobre todo una falta de respeto a sus lectores, a los que estaba tratando como a imbéciles. Si sentían antipatía por un político, yo pensaba que eran capaces de sentirla solitos, y que no necesitaban ninguna manipulación torpemente encubierta ni ningún guiño tribal de corte tabernario y faltón.
Antipatía por Zaplana yo siento mucha, no lo voy a negar; nada menos que toda la que puedan merecer sus actos de los que tengo conocimiento, todo lo que le hemos visto hacer y decir. Y sobre su aspecto, no digamos: es la definición pura del cinismo y el rostro de cemento (nunca mejor dicho).
Por eso, cuando estoy leyendo un periódico, no necesito que me ayuden a sentir esa antipatía. Simplemente, no me creo, no me da la gana comulgar con esa rueda de molino, que en el archivo de Público o en el carrete del fotógrafo de Público no haya una foto de Zaplana más presentable que la que nos plantaron ayer.
Y esto, señores de Público, ya va más allá de la inclinación ideológica. Es mala práctica profesional. Muchos de sus columnistas conservan el buen oficio de escribir (en sentido técnico, al menos), pero como sigan relajando sus costumbres, acabarán mano a mano con El Plural.
Ustedes sabrán qué clase de producto quieren fabricar.
1 comentario:
Las confusiones entre "infligir" e "infringir" se quedan , no obstante, muy lejos, de ese portento del Humor , con mayúsculas, que escribió un chaval que realizó hace unos años las Pruebas de acceso a la Universidad: "Camilo José Cela, EMBESTIDO doctor honoris causa por la universidad de nosédónde".... :-)
Ignoro si el autor de la antológica frase luego cursó periodismo :-)
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