El debate de Pizarro y Solbes
He visto (casi sin querer) pequeños fragmentos del debate entre Pizarro y Solbes. Y la verdad es que he acabado muy contento. No del todo, pero sí mucho.
Más que nada, por dos razones:
- Porque ninguno de los dos se puso faltón ni insultó ni se puso chulo. No creo que se imaginen cuánto se lo agradecemos los españoles normales, los españoles de bien, los cualquier demócrata. Nos han ahorrado, por lo menos, ese cabreo. Se han comportado con... eso que hace tanto tiempo que no vemos... ¿educación? (Ay, madre, necesitamos a algún asesor de campaña del PP inmediatamente para corregir esto. Que venga Pujalte.)
- Porque se han atenido al tiempo disponible. Ha sido una verdadera lección de oratoria en ese sentido (no en otros, ojo). Un detalle de profesionalidad. Un signo de buen hacer y de respeto.
Aparte de eso, no nos engañemos; son políticos y estaban haciendo el mismo paripé de siempre. Pero más cerca (aunque sea infinitesimalmente) del trabajo serio que de costumbre.
Por lo demás, ya he dicho alguna vez que esto de los debates como partidos de fútbol que alguien gana me parece una sandez, y más aún que alguien haga depender su voto de una campaña electoral, en vez de lo sucedido durante cuatro años.
Personalmente, a Solbes ya lo tenemos muy visto, y tenía interés por ver cómo habla el tal Pizarro. Y francamente, no dudo que sepa de economía (de la suya por lo menos) pero a mí no me ha impresionado ni de lejos su conocimiento de la materia (aun siendo el mío exiguo). Alguien que va de cerebrito de la economía y de gran fichaje, y que en el debate sobre economía se nota desesperado por traer a colación (por los pelos, como sea) a ETA, al estatuto catalán, o a los matrimonios homosexuales y la familia, pues como que no queda en muy buen lugar. Muchos argumentos no tiene, no. A lo más que llegó es a sacar a la palestra el indicador de confianza de los consumidores, informe que casualmente yo ya me había leído y puesto a parir aquí. Y, hay que fastidiarse, algunos de mis argumentos los usó Solbes (mierda, he coincidido con Solbes en algo). (Ahora que lo pienso, quizás debería llamar a mis amigos de la SGAE.)
Alguien que mientras discute sobre indicadores macroeconómicos se permite la demagogia de sacar a la palestra el coste de las obras en un piso del Estado, o llama a las subvenciones fijadas por la ley "pagar terroristas" (sic), no me parece que tenga mucho que aportar a la marcha de la economía (salvo la suya, insisto).
Señor Pizarro: a mí me parece una barbaridad la cantidad que se ha gastado en rehabilitar ese piso. Pero no sé cuánto suelen costar las obras de rehabilitación de un piso de 220 m2 que ha sufrido filtraciones de agua, y además nunca he visto tanto dinero junto. También me parecen una barbaridad los 110.500 € que se gastó el Estado en 2002 para que accediese a ese piso Javier Arenas, pero qué cosas, no recuerdo noticia alguna al respecto... Si es normal de toda normalidad que se gasten 110.500 € ya no me parece tan descabellado gastar 250.000 € para sustituir conducciones y levantar el suelo.
Respecto a lo de "pagar terroristas", prefiero no decir nada, porque no tiene mucho sentido intentar rebatir a quien miente y lo sabe.
En cualquier caso, aun tomando en serio esas mentiras, resulta que ese genio de la economía que nos pide su confianza, cuando Solbes le dice que no puede bajar los impuestos y aumentar la recaudación al mismo tiempo, da una brillante solución: suprimir el Ministerio de la Vivienda (supongamos que en ello no incluye suprimir la política de vivienda, como le dijo Solbes), quitar la Oficina Económica del Gobierno, suprimir gastos como el "piso de Bermejo", y no "pagar terroristas".
Me imagino que él sabe que todo eso junto no es más que calderilla. Ya nos conocemos el cuento. En las elecciones de 1996 una de las medidas estrella era la eliminación de 5.000 altos cargos, que al parecer era una bandada de amigos de los socialistas chupando del bote, la rémora de nuestra economía. Al final a todo el mundo se le olvidó aquello... porque creo recordar que eliminaron del orden de ciento y pico cargos.
Otro detalle: el piso en el que vive Bermejo es de todos los españoles, y aunque sea mucho dinero el que se gasta ahí, es dinero invertido en una propiedad de los españoles. Bermejo se irá, y el piso seguirá ahí. Quizás para que lo ocupe Pizarro. Por cierto, me gustaría saber cuánto se gasta Pizarro cuando rehabilita o amuebla su casa. O Esperanza Aguirre en su vetusto palacete.
Solbes hizo lo que fue a hacer, y no voy a aplaudirle, porque no me creo casi nada de lo que veo ahí. Pero lo cierto es que no le vi ninguna pata de banco como estas.
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