Dejad que exista el sol
Ayer por la noche, mientras cenaba, acabé en La 2. El programa Otros pueblos hablaba de... ¡Kamchatka! Un sitio tan remoto para nosotros que cuando el transiberiano acaba en Vladivostok su viaje de más de 9.000 kilómetros por Eurasia todavía falta un buen trecho para llegar.
En Kamchatka (que el locutor pronuncia así, con todas sus letras, T incluida; no se me había ocurrido) nos enseñan otro mundo. Nos enseñan que en Kamchatka hay muchos volcanes (no tenía ni idea). Nos enseñan el color de las montañas, cubiertas de una nieve camaleónica, cuando atardece. Nos enseñan Esso, que no es sólo el nombre de una petrolera estadounidense, sino una de las ciudades principales de la zona (¡2.500 habitantes!). Nos enseñan la vida de los Koriyak o los Even, sus tradiciones culturales... Nos enseñan cómo esas tradiciones casi se pierden durante la época soviética, y cómo de hecho alguna que otra lengua sólo la hablan ya unas decenas de personas mayores. Nos enseñan cómo un hombre que vive en un confortable piso dice que lo más interesante de su vida fue su niñez, cuando... era un nómada que iba adonde fueran los renos. Nos enseñan cómo una tendera que vive en Esso pero nació en Ucrania (¿cómo demonios vino a dar a este sitio?) explica que todas las tiendas de por allí venden de todo, pero que si eres amable la gente vendrá más a comprar a tu tienda. Nos enseñan a un matrimonio típico y normal, así lo declara el marido (y lo parecen, y lo son, en su pisito), que es zapatero, aunque a continuación dice que Dios ha predicho el fin de los tiempos, así que cualquier día se acabará el mundo y moriremos todos. Nos enseñan el museo del oso, en el que hacen lo que pueden (entre otras cosas hay... peluches de osos). Nos enseñan la escuela, sobre cuya entrada hay un cartel que dice algo como: "Dejad que exista el sol". Nos enseñan a los niños (de etnias distintas) situando Kamchatka en el globo terráqueo.
Y todo esto, no sé por qué, me hace pensar continuamente en nosotros mismos.
En los intermedios de este programa, como es habitual, cambio de canal para entretener la publicidad viendo otra cosa. Y caigo en Tele5; curiosamente, otro programa de viajes, este de Sardá. Al parecer, por Brasil.
En el primer trozo que veo Sardá va en una lancha con Loles León, que quiere ponerse en bikini y tomar el sol en la cubierta (aunque por si acaso lleva un buen chaleco salvavidas).
En el segundo trozo Sardá habla con "el Dioni" tratándolo como si fuera un personaje fascinante que cuenta cosas sumamente interesantes -a pesar de que es conocido básicamente por ser un ladrón y gastarse lo robado no en saldar su hipoteca, sino en diversiones estúpidas-, lo adopta como guía -aunque el Dioni vivió en Brasil dos meses y supongo que no hizo nada excepto ir de puticlub en puticlub-, y lo muestra en un jacuzzi con unas mulatas para ilustrar esas cosas interesantes que el Dioni va contando.
En el tercer trozo que veo, parece estar desarrollándose un gag tremendamente ingenioso y espontáneo: se ve el exterior de una tienda o bungalow en la selva, por la noche, y dentro, supuestamente, las voces de Sardá y Loles León, y Loles le dice a Sardá que qué hace, que qué es esa cosa dura que nota ella, y él dice que no la está tocando, y entonces ella chilla como que hay algún bicho.
Y Javier Pons dice que quiere una televisión pública más competitiva, y creo que le encantaría estar emitiendo Dutifri en lugar de Otros pueblos.
Basta de caspa. Basta de supervivientes. Basta de grandes hermanos. Basta de sorpresas que no lo son. Basta de futbolerismo. Basta de abertzales. Basta de instintos primitivos. Basta de mierda.
Dejad que exista el sol. Por favor.
1 comentario:
La televisión:
Arma de distracción masiva.Jeje.
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