Carnaval en el Ayuntamiento
Parece que un juez puede poner limitaciones a los actos del carnaval de Tenerife. La cosa me daría para escribir una docena de tonterías en este blog. A ver si me centro.
Primero: reflexión, otra vez, sobre el periodismo. El titular de El Mundo dice Un juzgado suspende los actos en la calle del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife. Esa noticia parece ser mentira, ya que en el propio texto se precisa que lo que se hace es limitar el nivel de ruido a partir de determinada hora.
Segundo: reflexión sobre el ruido. Sólo diré que me parece que probablemente los vecinos denunciantes tengan razón, que nunca he entendido por qué una fiesta tiene que poner patas arriba a todo el mundo lo quiera o no y tenga las consecuencias que tenga para ellos, y que me encantaría que esto saliera adelante, sentara precedente y la gente se comportara de manera más civilizada.
Tercero, y más importante: el bando del alcalde de Santa Cruz, Miguel Zerolo Aguilar. Tengo la gran suerte de no tener la menor idea de si este señor pertenece a algún partido, ni a cuál, y lo mismo digo de los vecinos denunciantes. Digo suerte, porque así nadie que algún día lea esto podrá empezar a decirme que soy de tal o cual otro partido, como hacen casi siempre los fanáticos.
El bando empieza bien, mencionando la base que tiene la medida cautelar. Pero a continunación sostiene el señor alcalde que la fiesta tiene doscientos años, que data de antes de 1775. Pues mire, amigo Zerolo: en 1562 John Hawkins llevó el primer cargamento de esclavos bajo bandera británica a América. Y desde mucho antes existe la noble tradición de tratar a las mujeres como ganado, tradición que cuatro progres malnacidos se han empeñado en destruir en un par de décadas.
En el mismo párrafo nombra la guerra civil, la dictadura... Demagogia de mala especie, a la que tristemente nos están acostumbrando los alcaldes españoles.
Luego dice que está indignado, y que el suceso ataca el corazón, los sentimientos y la historia de Santa Cruz de Tenerife. Aunque no me consta que los denunciantes estén atacando nada, sino defendiéndose (y no los sentimientos o el corazón de un ser inanimado y abstracto, sino su propia integridad física).
A continuación sostiene el alcalde que esto es obra de "un grupo de vecinos y un abogado", y más adelante se refiere a "una minoría", y más abajo a "unos pocos vecinos". Casi se percibe su asco hacia esta gentuza. Si la fiesta consistiera en un sacrificio humano, y los elegidos para la pira denunciaran el peligro, supongo que se referiría a ellos como "cuatro gatos" para justificar que no rechisten... Pero esos vecinos no son "un grupo de vecinos", señor alcalde; son algunos de sus ciudadanos, que no están atacando a nadie, sino planteando un legítimo conflicto de intereses, en el que tendrán razón o no, pero no porque no les guste la historia o los colorines de la fiesta, sino porque se acuestan en su cama (que han comprado con gran esfuerzo) y no pueden dormir. Y dice que con su denuncia impiden un montón de cosas (barras al aire libre, entre ellas). Y es mentira. Se puede hacer todo eso, pero bajo ciertos límites de ruido y de horario. El sujeto admite implícitamente que el nivel de ruido establecido lo supera ¡una sola comparsa! No sé si se da cuenta de que ese argumento va más en su contra que a su favor...
A ver si me explico. No vengo de otro planeta. Pero ante una reclamación legítima, para lo que los ciudadanos pagan a este sujeto no es para que arengue a las masas contra una minoría que actúa en justicia, sino para todo lo contrario. Para que se comporte con educación, con ecuanimidad, con respeto, y busque una solución.
Si las fiestas son tan importantes y son "el corazón de la ciudad" (ja) pues gástese usted lo que sea necesario para que se celebren de la forma adecuada. Pague a todas las personas afectadas por el ruido unas vacaciones (e indemnice a sus respectivas empresas por los días perdidos) mientras dure el bochinche. O si tanto necesitan hacer ruido, háganlo de día. O si necesitan hacer ruido de noche, lleve las fiestas a un lugar en el que no molesten. O en cualquier caso demuestre ante los tribunales que los vecinos denunciantes no llevan razón. Y hasta entonces, deje en paz a las dictaduras, deje de menospreciar a gente que sólo quiere dormir y de los cuales debería ser usted el primer y más devoto servidor como ciudadanos que son. Deje de escurrir el bulto con argumentos que no tienen relación alguna con los razonamientos de los denunciantes. Deje, sobre todo, el victimismo.
Porque si no, lo que merece usted, señor alcalde, es que un grupo de quinientos vecinos, ante los que usted sería "una minoría", elijan ciertos días laborables para implantar una nueva tradición festiva delante de su casa de usted, para que ni el señor alcalde ni su familia peguen ojo mientras a esa mayoría le dure la marcha en el cuerpo y tenga ganas de seguir batiendo cacerolas, emborrachándose y meando en su portal.
Viva el carnaval, sí. Lástima que en España tanta gente esté disfrazada de alcalde y conduciendo cosas tan valiosas como la convivencia pacífica con tan poco tiento (y no vamos a negarlo, hay casos infinitamente peores que el suyo, que no deja de ser fruto de un cabreo ligero).
1 comentario:
Al menos los Carnavales son una vez al año, peor lo tienen los que viven en las "zonas de marcha" de las ciudades, que tienen que soportar ruidos y suciedad todos los fines de semana.
Quizá la solución sería trasladar el carnaval... al barrio de aquellos que están a favor. Porque claro, cuando puedes llegar a tu casa, aparcar y dormir tranquilamente, ¿quién no va a estar a favor?
Lo que sí que es cierto es que puede ser un importante precedente, porque existe mucha tolerancia al ruido a todos los niveles en España. Hace poco salió, también en referencia al tema, que la grúa podría llevarse aquellos coches a los que se les disparase la alarma molestando a los vecinos. (Aunque para cuando llegue la grúa...)
Publicar un comentario