Un año blogueando
El pasado 3 de enero se cumplió un año desde que empecé a escribir tonterías aquí.
La verdad es que por ahora ha merecido la pena. He escrito más de 100 sandeces, así que, quiera o no, he practicado la escritura, como quería, y he cultivado un poquitín diversas lenguas. Ese objetivo se ha cumplido.
Aparte de eso, he almacenado algún que otro recuerdo, e incluso he escrito un par de cosas que podrían salvarse de la quema. No eran objetivos en principio, pero... miel sobre hojuelas.
Encima, resulta que hay por ahí gente que hasta lee mis memeces de vez en cuando. Eso ya es demasiado; he recibido comentarios muy interesantes, he mantenido alguna que otra conversación enriquecedora, e incluso he recuperado el contacto con algún amigo gracias a esto. Así que no me puedo quejar.
Respecto a este año, y por elegir un tema y "cerrar el ciclo", empecé escribiendo sobre la ley del tabaco, y en ese sentido las cosas están muuuucho mejor que antes, pero falta aún muuucho para que estén como deben. Durante el año he tenido algún que otro rifirrafe, alguna que otra denuncia, y he sabido con gran satisfacción que han sancionado a alguien que se lo merecía. Ahora vemos cosas que eran impensables, pero que deberían haber sido normales desde hace 20 años: cuando hay gente que quiere fumar, se molestan ellos en buscar dónde hacerlo, salen fuera, y asumen las consecuencias de su decisión de fumar. Estos hábitos se han impuesto sólo gracias a la ley, pero sin embargo, una vez legislados, no se han abierto las cataratas del cielo, ni este ha caído sobre nuestras cabezas, y a ningún fumador le ha dado ningún patatús por poner límites a su capricho. Y es que quienes pedíamos a los fumadores un mínimo de respeto siempre hemos tenido razón. Es así de simple.
Desgraciadamente, muchos fumadores siguen siendo unos cerdos indeseables y no respetan a los demás como deberían. Pero si consiguiéramos que:
- Los políticos impresentables como los de la Comunidad de Madrid dejaran de hacer demagogia estúpida a costa de la salud y los derechos de sus ciudadanos.
- Se prohibiera por fin fumar (y es de sentido común) en todos los sitios en los que moleste, empezando por restaurantes y bares (y bodas, sí, y bodas). (El otro día quise salir a cenar, y me pasé media hora buscando un sitio en el que poder hacerlo sin humo; los estúpidos caprichosos de siempre siguen ganando a la mayoría de la población con dos dedos de frente).
- Los fumadores (bueno, la inmensa mayoría de ellos) dejaran de tirar las colillas donde pinte, especialmente (pero no sólo) en playas y montes.
Podríamos empezar a hablar realmente de una situación normal.
Finalmente, la sorpresa más agradable de todo esto, junto con el hecho de que haya gente que opine, es que leen artículos en las diversas lenguas que conocen, y no hay ningún problema. En particular me ha gustado mucho ver cómo cada cual pone comentarios en la lengua que le apetece, aunque haya leído en otra. Hay quien se anima a intentarlo en inglés, o hay quien lo lee pero prefiere no escribirlo (y con el asturiano, más aún). Eso ha funcionado por sí solo; yo no había previsto nada (no había previsto que nadie me leyera) y ha salido así.
Para empezar otro año, no niego que me satisface mucho tener un motivo de esperanza en que la gente, cuando quiere entenderse y obra con buena voluntad, se entiende.
O quizás es que por aquí sólo para gente maja, no lo sé.
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