I understand the man
A veces pienso que la mitad de mi vida, o puede que casi toda, está dedicada a entender.
Leo, y escribo, y veo cine, y oigo música para entender cómo funciona el mundo; sea bien o mal. La mitad de mi trabajo, o más, consiste en averiguar por qué algo funciona mal. Mi ética personal, mis relaciones con los demás, buscan la simpatía; ponerse en el lugar de otros. Entenderlos. Entender sus aciertos y sus errores. Y eso lo hago automáticamente con George W. Bush, con los violadores, con los pederastas, o con los voluntarios de Médicos Sin Fronteras.
Uno nunca sabe si lo consigue, porque no puede ponerse realmente en su piel. Pero lo intenta. Y la mayoría de las veces creo que acabo entendiendo algo de lo que pasa (y a riesgo de equivocarme, claro).
Entender no convierte los errores en aciertos. Entender no es malo. Ojalá nos ocurriera, a todos, todo el rato.
Se ha armado un barullo tremendo porque Lars von Trier dijo unas cosas de los nazis, y Hitler, y entonces lo declararon persona non grata y lo echaron del festival y todo el mundo se rasgó las vestiduras.
Lo que dijo realmente Lars von Trier (bueno, parte) lo puedes ver tú mismo aquí.
Resulta que un tipo excéntrico que ha pasado por una depresión y le ha dado a la botella se mete en un jardín en una alocución en directo, está de coña y medio ido, dice un par de chorradas sobre los nazis (haciendo él mismo aclaraciones y disculpándose sobre la marcha) y se monta una inquisición estúpida.
Ya escribí varias veces contra la existencia del delito de blasfemia. Y esto se parece demasiado.
Entiendo a Lars von Trier, y si me apuran, yo también entiendo a Hitler. Y entiendo a los medios y al festival de Cannes y a Amnistía Internacional, y su postura me molesta infinitamente más que la de von Trier. Ellos ni están de broma, ni atontados, ni actuando en directo sin guión ni haciéndose los interesantes ni intentando ser originales o frívolos ni hablando sin pensar; ellos están actuando en frío.
Así que von Trier no me cae particularmente bien y me parece que está medio ido, pero como reo de blasfemia que es, en este caso estoy de su parte. Hasta que lo dejen en paz, para poder llamarlo ridículo.
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