Texto en español A ellos también les pasa

Todo músico debería tener cierto respeto por el público; todo músico debería tener una cierta preparación antes de subirse a un escenario.

Pero, por otro lado, todo estudiante debería tocar en público. Durante una actuación, por modesta que sea, pasan cosas que no pasan estudiando, y aunque pasen, no es lo mismo.

Un estudiante, alguien que lo lleva todo con alfileres, tiene pánico a los imprevistos. Tiene miedo de estrellarse y hacer el ridículo. Pero es al contrario; es él quien tiene que probarlo todas las veces que pueda. Tiene que verse en la situación de haberse perdido, o de que se pierdan compañeros suyos, o de que se caiga algo, o de que algo suene demasiado alto, o demasiado bajo, o...

Y además las consecuencias no son tan graves como cree. De hecho, a los profesionales también les pasan cosas así.

Este fin de semana estuvie viendo The Last Waltz, una película sobre el concierto de despedida de The Band en 1976, dirigida nada menos que por Scorsese. Y pude ver cómo al mismísimo Eric Clapton se le suelta la correa de la guitarra en un momento inoportuno. Esas guitarras Stratocaster son bastante pesadas y pequeñas, así que es difícil seguir tocando y sosteniéndola sin correa, a lo Peret.

Yo sospecho que en ese momento, justamente, Eric acababa su solo introductorio, la banda (nunca mejor dicho) hace un corte, y Eric empezaría a cantar la letra; pero se queda sin guitarra y no puede, y además se nota, porque dice "¡ah!" Pero ahí está Robbie Robertson para echar un cable, que entra a degüello, se marca un coro para salvar la situación, y deja que Clapton haga otro para ya empezar a cantar.

No se puede inccrustar el vídeo, pero se puede ver aquí. Aparte de resultar curioso, merece la pena por la música, simplemente:

The Band + Eric Clapton, 1976: Further Up on the Road

De aquí se saca una lección fundamental: si Clapton no hubiera dicho "ah", seguramente ni se habría notado (en el disco, por lo menos), porque Robertson está perfecto. Así que si algo sale mal NO hay que poner cara de que sale mal, ni hacer aspavientos. Aunque eso es más fácil decirlo que hacerlo, claro.

Lección número dos: hay que estar escuchando a los demás. También es más fácil de decir que de hacer.

Otra situación un tanto comprometida es esta. La tradición de Django Reinhardt la continúa hoy toda una corriente de músicos, y en especial guitarristas, que tocan eso que se llama gypsy, manouche, o de varias otras formas. Esta gente suele tocar a toda pastilla, y haciendo gala de mucho virtuosismo. Y aquí están tres de los peores criminales del género: Biréli Lagrène, Stochelo Rosenberg y Angelo Debarre.

Así que la situación es: Debarre toca la melodía de There Will Never Be Another You, mientras tiene al lado, empujando como un carnero con prisa (que es como se toca esto), a Lagrène. Después toca el solo Lagrène, y luego Rosenberg. La pelota vuelve a Debarre para que termine, y entonces, cuando va a empezar el minuto 4, le casca una cuerda.

¿Parar? ¿Con esos dos caballos desbocados ahí, y además al final del tema, cuando ya está todo al rojo? Pues no; p'alante y se acaba como sea. Bueno, finalmente la melodía la toca Lagrène, porque también está al loro, y es comprensivo; pero lo que toca Debarre a la pata coja es como para pensárselo.

Por cierto, todo lo que suena en este vídeo son... tres guitarras. No hay percusión, no hay bajo, no hay teclas. ¿Por qué no se echa nada de menos?



El caso peor sería lo de parar y volver a empezar el tema; está muy mal visto. Eso es lo último, se evita a toda costa. Por eso no es nada fácil de ver en actuaciones profesionales, donde además los músicos tienen tablas y recursos y el culo pelao de salir de situaciones imprevistas. Pero en este caso, le pasa... a Stevie Wonder, cantando una de Paul Simon, con Paul Simon delante. A Wonder se le tuerce algo con el micrófono o un auricular o algo así, se desconcentra, manda parar (1:35 o por ahí), y dice bromeando que es que no se ha traído la chuleta. Y vuelven a empezar. Seguro que su profe les echa la bronca en cuanto bajen del escenario. (La verdad es que el final también es sospechoso, da la impresión de que no tenían muy claro cuándo y cómo iban a acabar.)



Total, que a ellos también les pasa, y no se hunde el mundo; es un reto que asumir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta "El último vals" de hecho ya te darías cuenta de donde sacamos la versión de "The Weight"
Viva Levon Helm coño!!!

Juanjo

Guti dijo...

Tío, no veas lo que nos acordamos de ti :-)

Y de Miki, que siendo un batera multiinstrumentista que canta, y con la barbilla que se gastaba la última vez que lo vi... parecía primo de Levon.