Cómo hacer un camino de piedra, paso a paso (I): Preparación del terreno
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Bienvenidos a una nueva edición de bricogarden. O decomanía. O como se llame. El caso es que vamos a hacer un camino de piedra (bueno, de hormigón y piedra). Vamos a hacer un sendero parecido al de El mago de Oz. Pero ni es amarillo, ni es de adoquines. Por otra parte, sólo lo van a utilizar personas (vamos, que no va a haber hombres de lata, ni coches ni nada que pese mucho). ¡Ah!, y es rústico. Si lo quieres todo perfecto, pon gres. Nosotros utilizaremos piedra de la barata. No recuerdo exactamente... ¿11 € el metro cuadrado? Bueno, en realidad no el metro cuadrado, sino la "capa" (la traen en un palé y lo que se compra son "capas").
Lo primero, lógicamente, es preparar el "hueco" por el que va a discurrir el camino, la "caja". Es conveniente pensarse la cosa antes. En primer lugar el trazado; recuérdese que si seguir el camino es más largo que atajar... la gente atajará. Así que mejor si se tiene en cuenta por dónde se va a ir realmente de un sitio a otro. Los ángulos rectos a todos nos dan pereza.
Pero no sólo eso. ¿Va a estar al mismo nivel que el suelo, o ligeramente por encima? Además, hay que vigilar bien la pendiente. Queremos que no se encharque (eso ya lo hace bien el prado solito), así que si el suelo hace algún bajón, hay que procurar que el camino no. Para ello, es muy conveniente trazar (en palitos clavados al suelo, o lo que sea) un cordel que nos sirva de guía. También hay que decidir el ancho del camino; este es de 90 cm, que es lo mínimo para que dos personas puedan pasar caminando juntitas. Para hacer la caja se agarra fesoria, pala, pico si es necesario... Aquí una foto de una zona del "prado" que es una verdadera escombrera, lo cual da muchísimo trabajo para quitar las piedras. Profundidad: unos 10 cm. (Es posible que sea una burrada, o muy poco, pero a nosotros nos ha ido bien así.)
Si el prado es realmente de tierra (así deberían ser los prados, claro), la cosa se vuelve mucho más fácil. Eso sí, en nuestro caso da pena desaprovechar esa hierba tan consolidada, que nos viene bien para tapar la zona de pedruscos (en vez de andar sembrando, regando y dilapidando recursos); así que en vez de levantarla y amontonarla por ahí sin más, levantaremos los trozos de prado, los "tapinos", que se pueden transplantar con suma facilidad. Basta con marcar la forma del "tapín" con la pala (o el palote, que es lo más adecuado realmente), cortando bien el suelo:
Luego se va metiendo la pala (o palote) por debajo, con cuidado, por todos los lados, hasta que vemos que está bien separado del suelo:
Finalmente, con la pala, y/o con ayuda de otra persona, se levanta el tapín y se deposita, equilibrándolo un poquito con tierra suelta, donde uno necesite. Entonces se pisotea un poco para que quede bien aplastado. Aunque aparentemente sufra, en cuatro días estará verde y lozano. Véase qué repoblación tan espectacular de un suelo pedregoso y feo:
Estoy divagando. Volvamos al camino. Conviene consolidar el fondo del "hueco"; los pisotones vigorosos pueden ser una opción poco ortodoxa pero efectiva. Y cuando la cosa esté más o menos clara, hay que encofrar los laterales con unas tablas. El encofrado en general es cosa seria, pero para este trabajo aun siendo unos chepos podemos dar la talla. En esta imagen se ve un tramo ya encofrado. Se puede sujetar por fuera con pequeñas estacas clavadas en el suelo (pero sujetarlo, hay que sujetarlo, porque si no, el peso del hormigón los tirará). Por cierto, a la izquierda también se ve el prado "repoblado".
Esta es la preparación. Dependiendo de las circunstancias y lo cuidadoso que sea uno, hay quien es partidario de poner plástico en el suelo, para evitar que la humedad suba por el hormigón. También se puede armar el hormigón, colocando mallazo a pocos centímetros del suelo (sostenido en unas piedrecitas, o algo así). Pero aquí hemos ido a lo simple (el prado no es demasiado húmedo, el suelo es llano y firme...). Aunque no se aprecia, sí que hemos puesto el cordel para fijar la altura, y hemos hecho marcas (pegando cinta de carrocero) en los tablones, para saber hasta dónde debemos rellenar de hormigón.
En breve nos ponemos con el relleno, como con los pavos.
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