Profesores liberados
Dice La Nueva España que La Universidad libera a doce catedráticos para que se vuelquen en la investigación. En el artículo se usan expresiones como "rebajar sustancialmente su carga docente para volcarse en su trabajo de laboratorio". Nótese el uso de términos: carga vs trabajo.
Al parecer, muchos de ellos (por suerte) no han renunciado al 100% de las clases. Nótese -otra vez- el uso de términos; yo a dejar de dar clase lo llamo "renunciar". Se dice también que la financiación de este "programa", denominado I3, permitirá contratar a profesores ayudantes que se ocupen de las clases, y que los catedráticos seleccionados lo fueron en atención a su producción científica, el número de libros y artículos publicados últimamente, sus previsiones de trabajo en próximos proyectos...
Me pregunto si llegará el día en que la Universidad libere a profesores excelentes de su carga investigadora, estabilizando su situación laboral y permitiéndoles organizar mejor el tiempo para dedicar a su trabajo docente y sus alumnos. La pesada, trivial e improductiva carga investigadora que estos profesores dejarían de soportar podrían hacerla investigadores ayudantes, contratados para la ocasión en virtud de un denominado programa "D3"; al igual que en el I3 el trabajo de los profesores ayudantes no quitará la titularidad de la asignatura a los investigadores que se liberan de la carga docente, en el programa D3 el hecho de que la investigación la hagan los ayudantes no evitará que la producción investigadora lleve la firma del profesor beneficiario de la exención, engordando su currículum y evitando que vea mermadas sus expectativas profesionales mientras que atiende a tiempo completo a sus alumnos y a la sociedad haciendo lo que mejor sabe hacer: enseñar.
Por supuesto, los profesores del programa D3 no tendrían que renunciar totalmente a la investigación; podrían elegir continuar con las tareas que más les gusta hacer. Por ejemplo, podrían seguir yendo a los congresos que les pareciesen interesantes (por supuesto, y por una vez, sin pagárselo de su bolsillo).
Para elegir a los mejores docentes, evidentemente no tiene sentido, como en el programa I3, evaluar la producción de artículos y libros. Se medirían el entusiasmo, la vocación, la experiencia, y también la inspiración que estos profesores han sido capaces de generar para que sus alumnos den a la sociedad lo mejor de sí mismos.
Claro que, al parecer, los titulados bien formados, íntegros, honrados e inspirados no reportan beneficios visibles a la sociedad. Las patentes, los artículos, las revistas y los sexenios de investigación sí.
Claro que, al parecer, cuando hay un investigador que destaca hay que protegerlo cual rara avis, pero como es bien sabido, enseñar es algo que cualquiera puede hacer, por lo que no parece necesario plantearse siquiera la existencia del programa D3.
1 comentario:
Cuánta razón tienes!
Mucha gente entramos en la Universidad porque tenemos vocación de profesores y de repente, nos damos cuenta de lo poco que se valora.
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