Texto en español Los pilares de la Tierra, o por qué nunca seré escritor

Hace unos días terminé Los pilares de la Tierra, el ladrillo de Ken Follett. Mi mujer no traga a Ken Follett, y me preguntó: "y ¿no es muy fantasma?". La respuesta corta es: "sí". Pero me lo leí con gusto e interés, y no me dejó mal sabor de boca.

No soy, definitivamente, un lector de best-sellers. No he leído, ni creo que lea, un libro de Harry Potter (tampoco he aguantado ninguna película entera). Pero un libro que habla de la Edad Media, y de construir catedrales... bueno, vale, a ver si merece la pena.

Y lo cierto es que lo he leído con gusto, con bastantes ganas, dentro de lo que cabe. Y me lo he pasado bien. Porque el libro tiene unas cuantas cosas a favor.

1. El tío escribe con sencillez. No se enrolla más de lo necesario. A veces se empecina en que te imagines un sitio diciendo qué está al norte y qué al oeste, y siempre está bien hacer un poco de esfuerzo para ello. Pero ese problema espacial tiene mala solución, y no he visto (leído) a nadie resolverlo con brillantez. Por lo demás, no es cargante.

2. Sobre todo, lo mejor del libro, es que retrata la Edad Media. No sé si es fidedigno; espero que sí. Digamos que consigue hacer a uno pensar en esos tiempos en los que apenas hay leyes, en los que algunas personas pertenecen literalmente a otras, en los que no existe la comunicación, ni el alcohol para las heridas, ni siquiera el papel... Esa época de frío, de necesidad, esa época en la que un par de malos inviernos pueden significar, literalmente, la muerte de una familia entera. Esa época en la que hay que trabajar de sol a sol simplemente para subsistir. Esa época que por una parte está casi de actualidad, pero por otra nos pilla tan sumamente lejos. Eso es lo que me tuvo leyendo.

3. La construcción de catedrales era uno de los ganchos del libro, pero paradójicamente no me parece un asunto tratado con demasiado talento. Sí, algo se dice, y está interesante. Pero no tanto.

4. El libro tiene ritmo. Van pasando cosas, te interesas, y sí, Follett tiene oficio, no se le puede negar.

5.   No todo es rematadamente obvio. A veces muere alguien que no te esperas, o algo sale de manera que no te esperas. Aunque te duela. Los buenos no ganan siempre, por ejemplo.

El libro también tiene muchas pegas, a mi juicio.

1: Le sobra un tercio de páginas, siendo muuuuuy benévolo.

2: Uno se cansa de la maldad sin fin, la ingenuidad sin fin o el poder ilimitado. No son verosímiles. Solución: véase el punto 1.

3: Creo que Ken Follett no tiene ni puta idea de cómo escribir sobre sexo. Sus escenas sexuales me resultan extemporáneas y torpes. Sí, cariño: tienes toda la razón, es un fantasma.

4: Hay cosas muy realistas, y otras que no se cree ni él.

5: No sé por qué se titula Los pilares de la Tierra. No tiene ningún sentido. Ya, hay pilares, y hay tierra. Pero entonces podría titularse Pan y cerveza, y sería un título mucho mejor, y lo digo muy, pero que muy en serio. (Comercialmente supongo que no.)

6: Como digo, es un poco fantasma en general; pretende impresionarte, y hay cosas que son impresionantes, y otras que no, y que además no se las cree ni él, por dramáticas que le queden. Es un best seller, pretende serlo, está escrito para ello.Y muchas veces se nota.

7. Su tratamiento de la religión me desagrada. Por una parte, habla de Dios y sus designios por boca de (o mejor diríamos por mente de) sus personajes: monjes, soldados, artesanos medievales. Así tiene licencia para referirse a Dios como lo harían ellos; como un creyente, o un fanático, sin tener que serlo. Pero no juega limpio, porque cuando llega la corrección política, se frena. Follett retrata ambiciones humanas, instintos, motivaciones, entretejidos con su grandeza y su miseria (más miseria que otra cosa). Y eso está bien. Pero entonces resulta que la religión queda al margen de todo juicio. Es más; los malvados malvadísimos que son, de hecho, religiosos profesionales... quedan retratados como gente que malinterpretó la religión.Todo se mezcla con el sudor y la sangre de esos personajes que deambulan por la existencia, perfectos o no, pero la religión se cuida muy mucho de mezclarla en el revoltijo. Vemos retratadas violaciones o mutilaciones por sadismo, por deseo sexual, por ansia de dominación, por venganza; pero no vemos retratadas torturas ni ejecuciones por motivos puramente religiosos, que existen. Y eso es trampa, Ken, hombre, no me jodas, no seas fariseo, no seas jesuita. Ese prior que sale es un cabronazo que se inventa un santo para aprovecharse del victimismo del pueblo analfabeto; dilo así, no me andes con zarandajas, que la palabra polla bien que la pusiste cuando alguien sujetó una. Pero claro, una polla aquí y allá no enfada al Vaticano ni a los leyentes creyentes.

¿Por qué nunca seré escritor? Porque creo que no escribiría libros como este. No estoy tonto: sé que yo además no sabría, no podría, no sería capaz de escribir libros como este. Pero aunque pudiera no llegaría a saberlo, porque no iría detrás de ellos. No me satisfarían. Escribiría para pescar a los lectores, pero a mí mismo no me podría engañar.

Si yo tuviera que ser escritor, tendría que desnudarme muchísimo más. Tendría que ser dolorosamente sincero, o intentarlo. Y no puedo hacerlo. Tengo familia, tengo amigos, tengo conocidos que podrían leerme, y no tengo los huevos que hacen falta para que no me importe si les hace daño lo que leen. Ese es el motivo que anula mis posibilidades, aparte de tantos otros que puede haber.

Dicho todo lo anterior, me divertí leyendo. Lo reconozco. Pero Ken, eres un fantasma del copón. Lo único que te salva es que no la cagaste tantísimo como Spielberg, pero eres de su cuerda, vaya que sí.

1 comentario:

boronat dijo...

Un apunte: la segunda parte, "Un Mundo sin fin", tiene bastantes más relatos sexuales que el primero.

En cuanto a la religión (ojo spoiler) al final la victoria es del prior, que consigue que el poder terrenal se someta al poder divino: cumple su objetivo, gana.

A mi me pareció un gran libro, me gustó especialmente el que cuente tantos años en una única novela, y que explique cómo los muros de las construcciones van permitiendo ventanas más grandes según mejoran las técnicas de construcción.

También me llamó la atención desde el punto de vista de la construcción de los idiomas como "Jack Sharebourg" se convierte en "Jacques Cherebourg" cuando cambia de país.